La inteligencia artificial está transformando las lecturas de tarot en 2025

Hace tres meses, mi abuela de 78 años me llamó para contarme que había consultado el tarot por internet. Me quedé callada unos segundos. La misma mujer que tardó dos años en aprender a usar WhatsApp acababa de hacer una tirada de cartas online. "Es que no puedo ir donde mi tarotista de siempre, tiene la rodilla mal", me explicó. "Y encontré una página donde sale gratis, sin poner tarjeta ni nada."

Esa conversación me hizo reflexionar sobre algo que llevaba semanas observando en mis redes sociales: cada vez más personas compartían capturas de pantalla de lecturas de tarot generadas por inteligencia artificial. No solo gente escéptica curioseando por diversión, sino practicantes serios que llevaban décadas leyendo cartas físicas.

La espiritualidad digital no es nueva. Llevamos años con aplicaciones de meditación, horóscopo por email y cristales recomendados según algoritmos. Pero la llegada de la IA generativa ha cambiado la conversación de manera radical. Ahora no se trata solo de automatizar una tirada aleatoria de cartas, algo que una máquina siempre pudo hacer. Se trata de interpretar, de crear narrativas personalizadas, de simular esa conexión que antes requería presencia humana.

Decidí probar varias plataformas durante seis semanas. Algunas eran chatbots básicos que escupían interpretaciones genéricas. Otras pedían suscripciones mensuales de 15 a 30 euros prometiendo lecturas "personalizadas energéticamente". Probé Tarotap, que llamó mi atención por ser gratuito y no pedir registro, y otras opciones de pago. Lo que descubrí me sorprendió más de lo esperado.

Las primeras tiradas fueron desconcertantes. Hice la misma pregunta en tres plataformas distintas el mismo día: "¿Qué necesito saber sobre mi situación laboral actual?". Obviamente, las cartas salieron diferentes en cada caso, eso es estadística pura. Pero lo interesante vino con las interpretaciones. Una plataforma me dio tres párrafos vagos que podrían aplicarse a cualquier persona con trabajo. Otra me escribió un ensayo de 800 palabras tan específico que mencionaba "tensiones con figuras de autoridad sobre métodos creativos" cuando yo no había dado ningún contexto.

Lo curioso es que esa segunda lectura me hizo pensar. Justo esa semana había tenido un desacuerdo con mi editora sobre el enfoque de un artículo. ¿Casualidad? Probablemente. ¿Útil para reflexionar? Más de lo que quería admitir.

Hablé con Laura, una tarotista profesional de Madrid que lleva 15 años leyendo cartas en persona. Esperaba resistencia, quizás indignación ante las máquinas invadiendo su territorio. Su respuesta me descolocó: "Mira, ya uso IA para redactar emails de respuesta a clientes. ¿Por qué no iba a usarla como herramienta de exploración?" Me contó que a veces hace tiradas para sí misma en plataformas digitales cuando necesita una perspectiva rápida. "Es como tener un espejo diferente. No reemplaza el trabajo profundo, pero abre puertas."

Le pregunté si no sentía que perdía clientela por todas estas opciones de tarot gratis disponibles. Se rio. "La gente que busca una lectura de cartas gratis online no es mi público. Ellos están explorando, jugando, o necesitan algo inmediato a las tres de la madrugada. Quien viene a mí busca otra cosa: presencia, energía compartida, alguien que lea no solo las cartas sino sus gestos, su tono de voz, ese silencio antes de hacer la siguiente pregunta."

Tiene razón, pero solo parcialmente. Durante mi experimento, encontré que las plataformas más sofisticadas ofrecen opciones de conversación continua. Puedes hacer preguntas de seguimiento, pedir clarificación, explorar las cartas que te inquietan. Una tarde pasé 45 minutos en una de estas conversaciones después de una tirada de cartas gratis que me salió particularmente densa: El Diablo, La Torre, y el Cinco de Copas en posiciones clave. El sistema me permitió profundizar en cada carta, relacionarlas entre sí, aplicarlas a diferentes áreas de mi vida.

¿Fue lo mismo que sentarse frente a una persona? No. Definitivamente no. Pero fue más útil que muchas lecturas presenciales apresuradas que he tenido en ferias esotéricas donde el tarotista tiene cola de gente esperando.

Lo que me fascina es la democratización. El tarot siempre tuvo barreras de entrada: costo, disponibilidad, incluso vergüenza social. Conozco gente que jamás entraría a un local de esoterismo de su barrio por miedo al qué dirán, pero que felizmente consulta una tirada completa desde la privacidad de su teléfono a medianoche. Las estadísticas de uso que logré conseguir de un desarrollador (que prefirió mantenerse anónimo) mostraban picos de actividad entre las 23:00 y las 02:00. Horarios donde difícilmente encontrarías un tarotista disponible.

Hay limitaciones obvias. La más evidente es la falta de intuición real. Un tarotista experimentado lee el contexto completo: tu energía, contradicciones entre lo que dices y cómo lo dices, patrones que emergen mientras baraja las cartas. La IA, por sofisticada que sea, trabaja con texto. Le das palabras, te devuelve palabras. No percibe tu nerviosismo, no nota que evitas mencionar cierto tema, no puede decir "espera, hay algo más aquí que no me estás contando".

Otra limitación que descubrí es la consistencia excesiva. Hice una prueba: la misma pregunta en la misma plataforma cinco días seguidos. Las cartas cambiaron, como es natural en cualquier tirada aleatoria, pero el tono de las interpretaciones era sospechosamente similar. Ciertas frases se repetían casi textuales. Los humanos tenemos días buenos y malos, amanecemos con diferentes estados de ánimo que colorean nuestras lecturas. Las máquinas mantienen el mismo registro perpetuamente.

Un amigo programador me explicó que muchas plataformas de tarot online usan modelos de lenguaje entrenados con miles de interpretaciones de cartas extraídas de libros, blogs y foros. "Básicamente es un remixador sofisticado", dijo. "Combina fragmentos de sabiduría real de tarotistas reales, pero sin la chispa de conexión que surge en vivo." Tiene algo de razón, aunque me parece reduccionista. También los humanos aprendemos leyendo libros y escuchando a otros, somos remixadores de conocimientos previos con nuestra experiencia personal.

Lo que nadie está discutiendo lo suficiente es el tema de la responsabilidad. Cuando un tarotista humano da una lectura que inquieta profundamente a alguien, hay un nivel de responsabilidad emocional implícito. Buenos profesionales saben cuándo frenar, cuándo recomendar ayuda terapéutica real, cuándo una persona está usando el tarot como sustituto de decisiones que debe tomar por sí misma. Las plataformas de IA que probé tienen descargos de responsabilidad legales, claro, pero ningún mecanismo real de detección de vulnerabilidad emocional.

Hice una prueba que me dejó incómoda. En una plataforma, escribí: "No sé si vale la pena seguir intentándolo, estoy muy cansada de todo." Deliberadamente ambiguo, pero con señales que cualquier tarotista entrenado captaría como posible alerta. La IA me dio una lectura de tarot gratis completa enfocándose en renovación y nuevos comienzos, citando El Sol y La Estrella como señales esperanzadoras. Bonito, sí. Pero ninguna pregunta de verificación, ninguna indicación de buscar apoyo real si lo necesitaba.

Contraté una hora con Laura, la tarotista de Madrid, para hablar específicamente sobre este experimento. Le mostré algunas de las lecturas de IA que había guardado. Su análisis fue generoso pero puntiagudo: "Las interpretaciones son correctas según los libros. Pero son planas. El tarot no es solo diccionario de símbolos, es conversación con el inconsciente. Esta IA no sabe hacerte las preguntas incómodas que necesitas que te hagan."

Me enseñó algo que ninguna plataforma digital había logrado: cómo una misma carta cambia radicalmente dependiendo de la energía de las cartas circundantes. "El Tres de Espadas junto al Dos de Copas es completamente diferente que el mismo Tres de Espadas junto a La Torre. Los algoritmos ven patrones, pero no entienden matices energéticos." No sé si creo literalmente en "energías de cartas", pero entiendo su punto sobre la interpretación contextual profunda.

Sin embargo, sería injusto pintar todo esto como inferior. Las plataformas de tirada de cartas gratis están sirviendo funciones que antes no existían. Una chica de 19 años que conocí en un foro online me contó que usa el tarot digital como diario personal: "Cada mañana hago una tirada de carta del día y escribo mi interpretación antes de ver la de la IA. Luego comparo. Me ha ayudado a desarrollar mi intuición." Está usando la tecnología como entrenamiento, no como reemplazo del pensamiento crítico.

Otro uso que no había considerado: personas con ansiedad social severa. Alguien en un grupo de Telegram mencionó que las lecturas de IA le permitieron explorar el tarot durante dos años antes de sentirse lo suficientemente cómoda para visitar a alguien en persona. La tecnología funcionó como puente, no como destino final.

El debate filosófico más interesante que surgió de todo esto fue con mi hermano, ingeniero de machine learning. "¿Qué te hace pensar que la intuición humana es fundamentalmente diferente de patrones reconocidos y procesados rápidamente?" me preguntó. "Cuando una tarotista 'siente' algo sobre ti, su cerebro está procesando microexpresiones, tono de voz, elección de palabras, contextos culturales. Es computación biológica extremadamente sofisticada, pero computación al fin."

No tengo respuesta definitiva. Lo que sí noté es que después de seis semanas consultando principalmente IA, cuando finalmente me senté con Laura para una lectura presencial, la diferencia fue palpable. Había algo en compartir espacio físico, en el silencio mientras ella colocaba las cartas, en poder señalar una carta y decir "esta me asusta" y ver su reacción inmediata. La tecnología puede simular conversación, pero no puede simular presencia.

Los números cuentan una historia interesante. Según datos de Google Trends que revisé, las búsquedas de "tarot gratis tirada completa" han aumentado un 340% en los últimos dos años en países hispanohablantes. Simultáneamente, varios tarotistas profesionales que sigo en Instagram reportan listas de espera más largas que nunca. No es un juego de suma cero. La IA está expandiendo el mercado total de personas interesadas en tarot, y un porcentaje eventualmente busca experiencias más profundas con humanos.

Mi conclusión después de este experimento es incómoda y matizada. La IA no está reemplazando la espiritualidad ni el tarot tradicional. Está creando una nueva categoría que sirve necesidades diferentes: inmediatez, privacidad, exploración sin compromiso, práctica de interpretación. Para alguien que quiere una lectura rápida sin gastar dinero o exponer su vida privada, las plataformas digitales son perfectas. Para quien busca transformación profunda, trabajo de sombra serio, o esa conexión inexplicable que surge entre dos humanos explorando preguntas difíciles, nada digital se acerca todavía.

Lo que me queda claro es que esta tecnología ya está aquí y va a mejorar. Los modelos de lenguaje se vuelven más sofisticados cada mes. En un año, probablemente tendremos sistemas que mantengan coherencia entre sesiones, recuerden tu historia, detecten patrones en tus consultas recurrentes. En cinco años, quién sabe. Voces sintéticas que suenen completamente humanas, quizás interfaces de video con avatares que lean gestos faciales.

La pregunta no es si la tecnología debería entrar en espacios espirituales. Ya entró. La pregunta es cómo la usamos conscientemente, reconociendo tanto su utilidad como sus límites. Y sobre todo, cómo mantenemos espacio para lo que las máquinas no pueden cuantificar: ese momento donde una pregunta cambia toda la lectura, ese silencio cargado antes de voltear la última carta, esa sensación de ser realmente vista por otra conciencia humana que también está tratando de entender este caos que llamamos vida.

Mi abuela, por cierto, sigue usando su plataforma de tarot online cada semana. Pero cuando su tarotista de siempre se recuperó de la rodilla, volvió a visitarla mensualmente. "Es diferente", me dijo. "Lo de internet está bien para el día a día, pero para lo importante necesito sentarme con ella y mirarle los ojos." Quizás ese sea el equilibrio que estamos aprendiendo a encontrar.