Opinión

Rodríguez, Besteiro y la lealtad

Quizás haya llegado el momento de empezar a escribir el guion para una serie que recoja aquellos turbulentos años en los que una jueza de Lugo se puso a jugar al Pokémon. En febrero del 2021, en este mismo periódico, expuse la idea y necesidad de escribir una novela histórica emulando ‘Los miserables’ de Víctor Hugo a propósito de aquellos sucesos. En ella debía describirse a una justiciera a la caza de presuntos corruptos que termina dejando víctimas políticas a diestro y siniestro pero fracasa. Ahora son más eficaces las series televisivas, por eso retomo el drama para inducir a mis colegas guionistas a abordar la terrible tragedia de una jueza que en menos que canta un gallo puso patas arriba la política gallega, especialmente la protagonizada por el PSdeG-PSOE. Y lo sugiero porque las últimas acusaciones han caído del árbol como manzanas indigestas.

En la primera entrega de la serie elegiremos a cuatro protagonistas, quienes en la primera década del siglo XXI encabezaban una avanzadilla triunfante del socialismo por la estepa conservadora. En Lugo un socialista llamado José Clemente López Orozco se afianza una y otra vez en la alcaldía de la ciudad alejando a los populares de su feudo. En la Diputación, un joven procedente de las filas de Orozco, José Ramón Gómez Besteiro se hace con el mando descolocando al PP que pierde por primera vez el sillón. El Ourense un profesor, exparlamentario y concejal, Francisco Rodríguez, consigue la alcaldía de la ciudad afianzando su liderazgo en una provincia de profundas raíces conservadoras. En Madrid otro lucense, José Blanco López, se convierte en el ministro más poderoso del gobierno de Rodríguez Zapatero. Cuatro ejemplos al parecer poco edificantes para quien fue educada en un colegio religioso.

En la segunda entrega captaremos la atención del público reflejando los pasos de la justiciera mientras organiza acusaciones, detenciones nada ortodoxas, suma personajes como en ‘La venganza de don Mendo’ —con la esperanza de que muera hasta el apuntador—, destruye trayectorias políticas con inconsistentes tramas… de ellas solo se salva el ministro Blanco después de ser sometido a sospechas rocambolescas. Filmaremos a Orozco, Besteiro y Rodríguez obligados a abandonar sus brillantes carreras políticas. Incluso la posibilidad de alcanzar la presidencia de la Xunta.

En la tercera y última entrega veremos cómo los tres damnificados pasan al ostracismo mientras las causas contra ellos van siendo archivadas una a una y la jueza es apartada de los casos. Condenada por el CGPJ, pierde su plaza y es trasladada a otra no muy alejada. Casi una década después el PSdeG se ha renovado, gobierna en tres Diputaciones, en la mayoría de las ciudades importantes y comienza a tomar fuerza para volver al gobierno autonómico. Ha llegado la hora de restituir a los damnificados. Paco Rodríguez opta a la alcaldía ourensana con muy buenas perspectivas y Gómez Besteiro vuelve a sonar como candidato a la Xunta.

En el epílogo Valentín González Formoso anuncia la llegada del tiempo de las lealtades. Una secuencia que debe convertirse en la principal lección de toda esta historia generada por una injusta intromisión de la justicia en la vida política partidaria. Quizás también sea el momento de pedir una legislación seria y contundente contra los despropósitos de esta índole para los cuales no vale resolver con una multa de risa y un cambio de lugar de la inductora. Porque, como leemos en ‘El buscón’ de Quevedo, «cambiando de lugar no se cambia de condición».   

Comentarios