Opinión

Laudato si

LA ENCÍCLICA del Papa Francisco ha provocado auténticos vientos de fronda. Con todas las excepciones que queramos poner, habitualmente las encíclicas son textos dirigidos fundamentalmente a los creyentes. Sin embargo, este principio no se ha cumplido en esta ocasión dado su carácter universal. Debido a las filtraciones, la expectación era inusitada en la presentación, y el texto superó a las expectativas. “Laudato si”, la primera encíclica redactada íntegramente por Jorge Mario Bergoglio -la anterior, “Lumen Fidei” fue escrita de forma conjunta con su predecesor Benedicto XVI-, es un documento descarnado. Redactada en su origen en castellano con un lenguaje accesible, términos dispersos por documento del tipo “llamado” (págs. 12 y 165) o “riesgoso” (pág. 81) delatarían la procedencia de su autor si no tuviésemos constancia de la paternidad.

“Laudato si” es la primera encíclica dedicada en su totalidad al medio ambiente. Su publicación se realiza en un momento álgido, tanto del debate sobre el calentamiento del planeta y del cambio climático, como por la fecha; pues París acogerá a finales del presente año la cumbre internacional que deberá aprobar la nueva normativa de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a partir de 2020 en sustitución del actual Protocolo de Kyoto. En este terreno, el texto denuncia la debilidad de la reacción política internacional, plasmada en el fracaso de las cumbres mundiales sobre medio ambiente debido al sometimiento de la política a los intereses y poderes económicos.

En la encíclica, la Tierra es presentada como nuestra madre, la cual nos sustenta y gobierna. También aparece como una hermana que gime o la casa común de todos. Un hogar donde en muchos lugares los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, ahora llenos de basura. Una planeta que nos precede, nos ha sido dado, y ha sido maltratado por los humanos en los dos últimos siglos como nunca antes había sucedido. Ante esta situación, según el Papa muchas cosas tienen que reorientar su rumbo. Pero ante todo, la humanidad necesita cambiar, concienciarse de su origen común y de la necesidad de un futuro compartido por todos.

Aunque la encíclica ha merecido el aplauso y el reconocimiento de amplísimos sectores de la sociedad mundial -desde ecologistas a políticos, pasando por miembros de otras religiones-, también ha encontrado serios detractores. Desde hace meses, sectores conservadores tanto de la Iglesia como de fuera de ella -en especial los negacionistas norteamericanos- presionaron al Vaticano para evitar su publicación. Ante la realidad de haber visto la luz el escrito papal, la reacción ha sido fulminante. Encabezando todas las críticas contra la encíclica del Pontífice aparece el aspirante a candidato de los republicanos de Estados Unidos, el católico Jeb Bush. Conocidos son algunos de los intereses económicos que están detrás de él. También algunas de sus consecuencias para la Humanidad.

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