Opinión

El Gran Teatro Cervantes de Tánger

DENTRO DE ESCASAS FECHAS, una de las construcciones más relevantes del norte de África dejará de ser patrimonio español y se convertirá en marroquí. Eso sucederá cuando finalice el acuerdo internacional en marcha por el cual España, de forma totalmente gratuita, cederá a Marruecos todo un icono de la cultura hispana: el Gran Teatro Cervantes de Tánger. Sobre el papel, el Gobierno marroquí se comprometerá a restaurar el edificio y a utilizarlo como centro cultural. Será así como todo un mito, el mayor y más conocido teatro de la parte septentrional de África, testigo del Tánger más cosmopolita, pase a manos alauitas después de varias décadas sin uso y en un deplorable estado de ruina.

Con un destacado acto protagonizado por relevantes personajes europeos y marroquíes de la época, el 2 de abril de 1911 se colocó la primera piedra del Gran Teatro Cervantes de Tánger. Los promotores de la obra fueron el empresario Antonio Gallego y el matrimonio formado por Esperanza Orellana y Manuel Peña. Las obras duraron algo más de dos años y medio. Con un coste de más de medio millón de pesetas -todo un dineral para la época-, los promotores no escamotearon recursos. La dirección de la obra fue encargada al arquitecto tangerino de origen español Diego Jiménez Armstrong, técnico de formación académica francesa. En la realización del edificio el arquitecto adoptó la estética modernista, tan exitosa entonces. Pero la aderezó con un aire andaluz, hecho patente en el gran frontal de azulejos que preside la fachada. Con un aforo de 1.400 localidades y su cúpula dominando el viejo puerto de Tánger, la solemne sesión inaugural del suntuoso teatro tuvo lugar el 12 de diciembre de 1913.

Desde su inauguración, y a la sombra de un Tánger ciudad bajo administración internacional, por el escenario del Teatro Cervantes pasó lo más granado del mundo del espectáculo de la época, desde Enrico Caruso a Juanito Valderrama. También conferenciantes como Benito Pérez Galdós o José María Pemán-. De algún modo, en su programación se pueden rastrear dos momentos diferentes. El primero, a raíz de su adquisición por el Gobierno español, con actuaciones de artistas como Margarita Xirgu. Una segunda en los años cincuenta con un corte más “popular” al socaire de los 30.000 españoles residentes en Tánger, alguno de ellos llegados a la ciudad africana en patera, pero en sentido inverso al actual. Fue entonces el momento de Antonio Molina, José Luis Ozores...

Los propietarios cedieron el teatro al Estado español en 1928. La independencia de Marruecos y la subsiguiente anexión de Tánger significó el comienzo de su declive. En 1974 fue arrendado al Ayuntamiento de Tánger por la simbólica cifra de un dírham. Así permaneció hasta 1993, año en el cual tuvo lugar su última actividad: una exposición fotográfica. Ante los graves problemas estructurales que presentaba, el Consejo de Ministros español destinó en mayo de 2007 más de 94 millones de euros para una intervención de urgencia. Desde 2010, el teatro se encuentra apuntalado.

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