Opinión

El feísmo gallego

EL TÉRMINO FEISMO aglutina a un conjunto heterogéneo de actuaciones efectuadas por los humanos sobre el paisaje, fruto de la introducción de elementos ajenos o construcciones distorsionantes. Así definen Pablo Ramil Rego y Javier Ferreiro da Costa el citado término en el apartado “Presentación” de su libro “Guía de campo para a interpretadicion do feismo na paisaxe galega”. Se trata de una obra digital publicada por la Asociación Científica Horreum en colaboracion con el Grupo de Investigación 1934-Territorio e Biodiversidade del Instituto de Biodiversidade Agraria e Desenvolvemento Rural (IBADER) de la Universidad de Santiago de Compostela, junto con el Observatorio Galego do Territorio.

En clave de humor, explicados los casos de un modo ameno y con una marcada retranca, los autores describen 34 tipologías distintas de feismo denominadas “typus”. Cada uno de ellos aparece acompañado de ilustrativas fotografías. De su mano, por el libro desfilan desde graves agresiones al litoral obra de adelantados y la marabunta, hasta una cohorte de galpóns, palaffitas, torreóns -auténtica seña de identidad de nuevos ricos-, paseos, koala -guía del proceso de “eucaliptización” de Galicia-, pendellos, megalómanos -con sus faros en la Ciudad de la Cultura de Santiago y los Puertos Exteriores de Ferrol y A Coruña- reciclaxe, chapuza, ruína montium -aunque posiblemente debido a la saturación de casos el libro no recoge ningún ejemplo pontevedrés, en su casco antiguo existen algunos de auténtica excelencia-, rubidoiro -con esa insuperable obra de un ascensor en el corazón de un bosque de robles-, paseo -visibles en cualquier punto del litoral gallego-, … Actuaciones todas ellas que en una magnífica entrevista realizada por Mar M. Louzao en “El Progreso”, Pablo Ramil Rego considera “solo se nos ocurren a la gente que vivimos por debajo de los Pirineos”. Situación donde la Administración juega un papel estelar.

“Ars Topiaria” e “Insitione” son dos “typus” de recomendabilísima lectura a los ecologistas defensores de la existencia de ecocidios buenos y malos en función de la orientación política del autor. Uno se siente reconfortado cuando todo un profesor universitario de botánica pone negro sobre blanco la existencia en España de árboles “obxecto de crueis torturas por aqueles que confunden podar con desramar”. En el libro se denuncia la situación concreta de Lugo, con alguna alameda poseedora de “unha paisaxe terrorífica con copas reducidas a tocos que dirixidos ao ceo claman piedade ante o cruel castigo”. Pero la situación es idéntica en muchos ayuntamientos gallegos dirigidos por cualquier otra opción política. “A un inglés o un alemán le resulta muy difícil ver una alameda así, con todos los árboles martirizados”, afirma el profesor de botánica en la citada entrevista de “El Progreso”. Si tenemos en cuenta la información sobre el tema emanada de la documentación pontevedresa de los siglos XVI, XVII y XVIII, resulta evidente que nuestros antepasados tenían una visión diametralmente opuesta sobre los conceptos feismo, medioambiente y otros.

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