Opinión

Una entente cordiale en Lugo

ENTENTE CORDIALE fue como se llegó a denominar un tratado de no agresión y regulación de la expansión colonial que firmaron en 1904 el Reino Unido y Francia para poner fin a siglos de conflictos entre ambas naciones y que daría paso a las alianzas que desde entonces forjaron, primero durante las dos grandes guerras mundiales y luego a través de organizaciones como la que hoy en día es la Unión Europea.

Los antaño antagonistas sumaron entonces fuerzas frente a los nuevos enemigos, una situación que bien podríamos trasladar al panorama político actual de la vieja Europa, donde las coaliciones para gobernar también depararon extraños compañeros de cama, como llegó a decir Winston Churchill. Conservadores y socialdemócratas alemanes se unieron en una gran coalición en 2005 que a punto estuvo de borrar del mapa a los segundos, cuyo electorado se creyó traicionado. Ahora que en España fuerzas emergentes como Podemos o Ciudadanos están atacando las bases del bipartidismo alternate que practican PP y PSOE desde la Transición, hay quien cree que lo próximo, cuando Mariano Rajoy se decida a convocar elecciones, será una entente entre ambos partidos si Pablo Iglesias o Albert Rivera consiguen dar el temido ‘sorpasso’ a ambas fuerzas o se les acercan peligrosamente.

PSOE y PP podrían intercambiar apoyos para sus frágiles gobiernos en Concello y Diputación

Lugo bien podría ser un laboratorio de ensayo de esa entente dado que los resultados de las últimas elecciones y las tribulaciones de los partidos a la hora de elegir candidatos a la alcaldía de Lugo y a la Diputación Provincial dejaron un terreno propicio para que los respectivos gobiernos de ambas instituciones precisen del diálogo de PSOE y PP.

La alcaldesa Lara Méndez, que ayer presentó al que será su gobierno definitivo tras la ruptura de negociaciones con los grupos de izquierdas, es probable que utilice ya en el pleno de organización la muleta del PP para sacar adelante su propuesta de reparto de dedicaciones exclusivas entre los grupos. Pero el apoyo al débil gobierno socialista de los populares -que en esta ocasión será interesado, ya que así no sufre recortes pese a haber perdido tres concejales- podría continuar puntualmente a lo largo del mandato si no hay un cambio de estrategia o de liderazgo en el PP, que a su vez podría pedir el mismo trato al grupo provincial del PSOE en las decisiones que adopte la nueva presidenta de la Diputación, Elena Candia. Porque aunque el suyo pueda parecer un mandato de prestado, tras el ‘martinazo’ que dejó a los socios del antiguo bipartito desorientados, no hay indicios que apunten a que en breve habrá cambios de postura entre quienes vetan a un candidato imputado o en el empecinado diputado socialista que no se resigna a dejarse manejar como una marioneta.

El primer reto tanto de Elena Candia como de Lara Méndez será sacar adelante unos presupuestos que, de ser aprobados, les dejarían el camino bastante libre

Candia lo tiene claro y no esperó para poner en marcha un gobierno, recuperar asesores del armario del cacharrismo y tomar decisiones, aunque algunas rezumen el mismo populismo que desde el PP tanto se critica para censurar a las alcaldesas surgidas del 15-M. Tras el anuncio de que se subastará el lujoso Audi A-8 comprado por su antecesor en los días de vino y rosas de la precrisis, no sabemos si lo próximo será imitar a Manuela Carmena y, a falta de metro, la veremos algún día en la estación de autobuses esperando subirse a la línea camino de su querido Mondoñedo. Bromas aparte, lo que está claro es que la presidenta de la Diputación va a necesitar más que gestos para gobernar, dado que está en minoría y la única fuerza que parece que puede echarle una mano es el PSOE y sus alcaldes-diputados, que ya no tienen como hasta ahora una administración amiga para repartir asfaltado en caliente por sus parroquias.

El primer reto tanto de Elena Candia como de Lara Méndez será sacar adelante unos presupuestos que, de ser aprobados, les dejarían el camino bastante libre de obstáculos gracias a una normativa que otorga gran margen de maniobra a las juntas de gobierno.

El día a día sería desde luego más fácil para dos novatas en el cargo, a las que además la oposición no se les está ni otorgando los días de gracia -hay quien pone la cota en cien- para dejar hacer antes de afilar los cuchillos. Si ambas son capaces de forjar una entente cordiale entre PSOE y PP, seguro que los popes de sus respectivos partidos tomarán nota, porque lo que se les avecina no pinta nada bien.

Comentarios