Opinión

Turismo de parada y fonda

UN HOTEL de cuatro estrellas cerrado desde hace casi año y medio y otro, el más emblemático, en concurso de acreedores desde hace trece meses. No es el mejor panorama para que las empresas apuesten en Lugo por un sector turístico de por sí demasiado estacionalizado y que en el caso de la capital lucense apenas pasa de la parada y fonda por un día.

Los esfuerzos que desde las instituciones aseguran que se hacen por difundir las excelencias del patrimonio cultural y natural de la provincia de poco han servido para que las grandes cadenas hoteleras miren hacia Lugo y apuesten por construir nuevos hoteles o gestionar y renovar los ya existentes. Tan solo se han visto en los últimos tiempos, antes de la arrolladora crisis, iniciativas de empresas familiares que apostaron, con más o menos éxito, por ampliar o crear nuevos establecimientos hoteleros, que aun así apenas llegan para atender la demanda que se genera en determinadas fechas, como el verano, Semana Santa o fiestas señaladas como Arde Lucus y San Froilán.

Pero esa estacionalidad es el principal problema para mantener a flote el negocio y tan solo los establecimientos enclavados a lo largo del principal reclamo para visitantes durante todo el año, el Camino de Santiago, pueden presumir de tener una media de ocupación rentable.

Los albergues o hostales para peregrinos han servido además para asentar población en la zona rural, la misma idea que buscaban las campañas puestas en marcha en los años 90 por la Xunta para tratar de convencer a los agricultores de que rehabilitasen casas con el objetivo de dedicarlas a turismo rural. La iniciativa, que al menos sirvió para recuperar el patrimonio inmobiliario de aldeas y pueblos, no tuvo sin embargo el mismo éxito que en otras comunidades vecinas como Asturias o Cantabria y las que perduraron fue porque profesionalizaron servicios y apostaron por la calidad.

Pero aunque el panorama pueda parecer tan negro como esas nubes que le pintan a Galicia en los mapas del tiempo, ahora que se atisba recuperación económica en España y las familias empiezan de nuevo a planificar salidas los fines de semana o puentes, el mercado turístico vuelve a verse como una oportunidad de negocio en Lugo. La idea se alimenta además con noticias como la conocida el pasado verano, cuando la capital lucense sumó al de la muralla dos nuevos títulos de Patrimonio de la Humanidad, el Camino Primitivo y la catedral.

Sin embargo, de poco sirve felicitarse por tener joyas arquitectónicas y naturales, si su promoción no se acompaña de una oferta de alojamientos amplia y renovada o de paquetes turísticos para visitar con guías enclaves o museos y en los que también haya horarios adaptados al perfil de visitantes, ya sean nacionales o extranjeros.

Para conseguirlo, lo primero sería coordinar actuaciones entre el sector y las administraciones, aunque después de lo visto hace unos días en el pleno municipal, ahí nos encontramos el primer obstáculo. El debate de una propuesta del PP para crear una mesa de trabajo integrada por administraciones, grupos políticos, asociaciones o empresas para poner en valor esos tres bienes mundiales de Lugo y coordinar inversiones o actividades, derivó en una confrontación política con el PSOE sobre a quién compete la gestión del patrimonio cultural. El portavoz socialista, Miguel Fernández, dijo que debe ser la Xunta la que coordine las actuaciones y la alcaldesa Lara Méndez llegó a apuntar que la iniciativa lo que trataba era de "endosar" al Concello el mantenimiento de estos monumentos.

Aunque el ambiente de precampaña ya ronda cualquier debate plenario, de lo escuchado durante el debate de esa propuesta se puede entender que no hay que confiar mucho en que las administraciones se pongan de acuerdo para impulsar juntas el turismo como una oportunidad de negocio para Lugo, por lo que tendrá que ser el propio sector hostelero y hotelero el que obligue a los políticos a actuar. Eso sí, que nadie se piense que el turismo puede ser la gallina de los huevos de oro para la economía de la ciudad y la provincia, si acaso una fuente de riqueza que precisa de planificación, formación, excelencia y paciencia, porque como en toda inversión, los beneficios pueden tardan en llegar.

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