Opinión

Piedras que piden atención

ESTA SEMANA el Concello proporcionaba un dato inquietante: 168 edificios del casco histórico están en mal estado y 13 de ellos se encuentran en ruina o en proceso de demolición. En la llamada zona Pepri, afectada por el plan especial de protección, se encuentran algunos de los inmuebles más antiguos de la ciudad y aunque desde hace años la subvenciones o el plan Urban impulsaron las rehabilitaciones, la crisis del sector de la construcción primero y la global después ralentizaron la recuperación del parque inmobiliario del centro. 

Las medidas disciplinarias puestas en marcha por el Concello, a través de órdenes de ejecución de obras de arreglo o multas, son un instrumento que no siempre resulta efectivo, ya que en algunos casos se tardan años en conseguir que los propietarios asuman el deber de conservar en buen estado los edificios. Luego están los casos enquistados por problemas de herencias o insolvencia de los dueños, que a veces provocan que los inmuebles acaben siendo irrecuperables y pasen a engrosar la lista de los ruinosos.

La recuperación del patrimonio arquitectónico espera a que se certifique el fin de la crisis

Las administraciones deberían de garantizar en estos últimos casos una actuación subsidiaria, aunque para ello se precisa de una importante dotación presupuestaria que ayuntamientos como Lugo no contemplan. Lugonovo acaba de pedir que se ponga en marcha un plan urgente de actuación en los edificios con problemas y demandó una partida presupuestaria para arreglar desperfectos cuando no lo hagan sus propietarios, una medida que precisaría de un recorte de otros capítulos que ya van justos en las cuentas. Por todo ello, el patrimonio arquitectónico privado, al igual que ocurre con el público, está a expensas de que alguien certifique el fin de la crisis y el dinero fluya para que las hormigoneras vuelvan a funcionar a pleno rendimiento. 

El barrio del centro más necesitado de actuaciones sigue siendo A Tinería, donde se acumulan hasta 26 casas con expedientes abiertos por los servicios de urbanismo, de los que siete se corresponden con edificios en ruina o en fase de demolición. El plan de rehabilitación puesto en marcha antes de la crisis por la Xunta no se completó y a ello se sumó un repunte de la prostitución en la zona, lo que disuade a la iniciativa privada a la hora de invertir. 

Pero si ya resulta difícil convencer a los propietarios de que rehabiliten sus edificios, por mucho que se ubiquen en el centro, la administración tampoco sirve de ejemplo y prueba de ello es el lamentable estado que presenta el cuartel de San Fernando, donde una valla amarilla recuerda a quienes pasan por delante que el edificio puede venirse abajo en cualquier momento. Es más, este histórico acuartelamiento catalogado como BIC, figura en la relación de 168 edificios con expediente abierto por los servicios de urbanismo, de tal forma que el Concello está apercibido por sus funcionarios de que haga arreglos en un inmueble que todavía es de su propiedad, mientras no se consume el traspaso al Xunta. 

Al menos otros históricos edificios de la ciudad que se estaban deteriorando tras su cierre van camino de recuperarse, como la vieja cárcel, que se transformará en centro cultural; el sanatorio García Portela, en obras para acoger la sede del Ine, o el hospital de San José, que se convertirá en sede, residencia y centro ocupacional de Aspnais. Esta asociación de ayuda a discapacitados intelectuales Aspnais presentará la próxima semana el proyecto de recuperación del edificio, en el que se invertirán 2,6 millones de euros. 

No ocurrirá lo mismo de momento con la fábrica de la luz, en la que el Concello se gastó un millón de euros en su rehabilitación para recuperar el aprovechamiento eléctrico del caudal del Miño y a la vez crear en el edificio un museo de la energía. Esta semana, el gobierno decidió rescindir el contrato con las empresas que hicieron las obras y esperar a que la firma que explotará los recursos hidráulicos instale las turbinas para finalizar los trabajos y reparar los daños sufridos tras robos, actos vandálicos y riadas. Más retrasos, menos mal que la paciencia de las piedras es mayor que la de los humanos.

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