Opinión

Lugo quiere aparcar el coche

LA BICICLETA fue el medio de transporte de mi adolescencia en una ciudad que por aquel entonces tampoco era amable con los ciclistas, ni por su orografía ni por la configuración de sus calles. Pasaron tres décadas y nada cambió en Lugo, ya que hasta el pírrico carril bici creado en la Ronda de Fingoi fue concebido más como una zona de ocio que como una vía de comunicación alternativa.

En esos 30 años pasaron varios alcaldes, se levantaron y trazaron nuevas calles y avenidas, pero la bici siguió sin ser una opción en Lugo, ya no solo para sus políticos, sino también para sus moradores. Incluso los años de bonanza solo sirvieron para que las familias ampliasen y renovasen sus flotas, con turismos más grandes y potentes con los que, para encontrar un aparcamiento, somos capaces de recorrer más kilómetros alrededor de una manzana de los que hay hasta nuestro domicilio.

La saturación del tráfico en la ciudad tuvo su momento crítico hace unos ocho años, por lo que el Concello encargó a la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona un plan de movilidad que llegó a concluir que lo que necesitábamos los lucenses era algo tan obvio como dejar el coche en casa, andar más o subirnos a la bicicleta.

La peatonalización y el fomento de la bici y el bus son los retos de una ciudad diseñada para los vehículos a motor

Pero el debate sobre el nuevo modelo de ciudad quedó sobre la mesa y el informe en un cajón, a la vez que se desmantelaban servicios como el de préstamo de bicicletas gratuito -apenas usado por los ciudadanos- debido a la falta de mantenimiento y al robo de los ciclos.

Tuvo que ser la crisis la que nos obligase a mudar hábitos y fue entonces cuando volvió a aparecer en Lugo esa alternativa de dos ruedas que antaño usamos quienes no estábamos motorizados, un medio de transporte barato, limpio e incluso rápido, porque ayuda a sortear los atascos. Pero claro, la ciudad sigue sin ser amable para los ciclistas y solo una fuerte inversión para modificar el diseño de las calles podría consolidar ese modelo de movilidad urbana por el que en estos días de campaña electoral apuestan la totalidad de los candidatos. Pero si difícil es conseguir esos euros para obras no lo es menos cambiar la mentalidad de los lucenses y, sobre todo, aleccionar a los conductores en el respecto a esos vehículos más frágiles y lentos.

El primer paso que marcaba el plan de movilidad era la extensión del carril bici a 47,4 kilómetros, con una implantación más marcada en el recinto histórico, aunque también en la vías radiales de la ciudad.

No se entiende, por ejemplo, que Duquesa de Lugo, una de las avenidas más modernas y que se diseñó para conectar el mayor polígono industrial de la ciudad con el centro, no tenga un carril específico para los vehículos de dos ruedas sin motor.

Infraestructuras como el nuevo puente de Paradai, abierto al tráfico esta semana, ayudarán para avanzar en esa idea de alejar de la muralla los vehículos

De poco vale lamentarse ahora, pero quizá todavía no sea tarde para desempolvar ese plan que costó 200.000 euros y que nos sacaba los colores por haber diseñado una ciudad pensada más para los vehículos a motor que para el viandante.

Y es que en el informe se apuesta por ganar espacios para los peatones, una opción que ya no concita tanta unanimidad como el fomento de la bicicleta. Al margen del casco histórico, donde apenas quedan calles por peatonalizar, el siguiente gran salto sería la ampliación de los tramos sin tráfico de la Ronda da Muralla o al menos su semipeatonalización para tratar de que los conductores usen trayectos alternativos para ir de un extremo a otro de la ciudad.

Infraestructuras como el nuevo puente de Paradai, abierto al tráfico esta semana, ayudarán para avanzar en esa idea de alejar de la muralla los vehículos, aunque también sería necesario un rediseño de los redefinir sentidos de circulación en toda la ciudad para distribuir el tráfico.

La última pata de la mesa para cambiar el sistema de movilidad en Lugo es el autobús urbano, un sistema de transporte que en los últimos años y a pesar de la crisis no hizo más que perder viajeros y solo la entrada en funcionamiento del Hula y la creación de las líneas de enlace con el hospital evitaron que la sangría fuese más llamativa.

La multiplicación de las paradas hasta las más de 400 que existen en la actualidad ha provocado que el bus sea una alternativa solo apta para personas pacientes y metódicas. Por ello, el plan de movilidad proponía la reducción de las paradas hasta 267 y frecuencias de entre 10 y 15 minutos en aquellas líneas que pasan por vías principales como la Ronda da Muralla o la Avenida da Coruña.

El sistema de información en tiempo real en las marquesinas también debería de ser un instrumento para ganar la confianza del potencial usuario del bus, aunque de momento esta tecnología se ha demostrado que genera más problemas que soluciones. Después de una costosa inversión para instalar pantallas en las principales paradas de la ciudad, el sistema está actualmente inutilizado a la espera de que la futura adjudicataria del transporte público se haga cargo del mantenimiento de esta tecnología, que también debe incluir la posibilidad de saber cuándo pasará el próximo bus a través de los teléfonos inteligentes.

Si como han manifestado todos cuantos optan a ocupar los asientos de la corporación, en los próximos cuatro años hay una apuesta por estos tres modelos de movilidad urbana, los lucenses seguro que también se decidirán a aparcar el coche.

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