Opinión

A la sombra de los políticos

EL ALCALDE DE A CORUÑA , Xulio Ferreiro, admitió hace unos días durante una conversación informal con los periodistas que su gobierno se había "pasado de frenada" recortando el número de asesores para cumplir así las promesas lanzadas en campaña electoral por la Marea Atlántica, la marca con la que se presentó a los comicios de 2015. Poco tardaron los presentes en usar tan jugosas declaraciones, porque si hay algo que caracterizó a los políticos surgidos del 15-M eran sus críticas al elevado número de cargos de libre designación en las administraciones.

El recorte que la marea introdujo en el gasto de la corporación de A Coruña llegó a rebajar en 600.000 euros al año el gasto en asesores y a introducir un código ético que prohíbe retribuciones mayores a 40.000 euros brutos anuales -el sueldo fijado para el alcalde- de cargos electos, directivos y personal eventual. Sin embargo, más de un año después de aquella puesta en práctica de los acuerdos asamblearios, Ferreiro tuvo que admitir la dificultad que tienen los miembros del gobierno tanto para trabajar sin suficientes asesores como para atraer talento a la administración con ese tope de remuneración.

Ferreiro no es el único político de En Marea, la marca adoptada para concurrir a los comicios autonómicos, que se lamenta de la falta de asesores, puesto que su compañero de judicatura y ahora portavoz parlamentario, el lucense Luis Villares, acaba de pedir a su grupo un secretario, chófer y una compensación salarial por el sueldo que dejó de percibir entre la confirmación de su excedencia como juez y su toma de posesión como parlamentario.

Los políticos de En Marea que ahora vuelven sobre sus pasos en el caso del gasto en personal asesor también trataron en su día de introducir un drástico recorte al coste de la corporación lucense, una medida que apoyaban Ace-EU, C’s y BNG, pero que pararon la unión de los votos de PP y PSOE.

Finalmente, se redujeron de 17 a 14,5 el número de asesorías -Lugonovo proponía dejarlas en 12-. Aun así, el actual gobierno de Lara Méndez no tiene por qué quejarse de falta de asesores, ya que con los nueve de que dispone podría asignar uno a cada edil y aún le sobraría otro para reforzar al de la alcaldesa. Pero es que además hasta da la impresión de que al gobierno socialista no solo le sobran asesores, ya que tras varios meses todavía sigue sin cubrir la baja de la jefa de prensa, sino también dedicaciones exclusivas para ediles, porque ni Manuel Núñez ni Rosana Rielo quieren asumir el sueldo del Concello que hay disponible desde la marcha de José Manuel Díaz Grandío.

Sin embargo, la actual distribución del número de asesores que se acordó tras la entrada de tres nuevos grupos en la corporación lo que sí condiciona es la incorporación al gobierno de Lugonovo, algo que se llegó a barajar antes del verano. Esta formación tiene en la actualidad a una jefa de prensa a sueldo del Concello, así como a su portavoz, Santiago Fernández Rocha, mientras que los otros dos ediles compaginan la labor en el Ayuntamiento con sus trabajos como funcionarios públicos. Si llegasen a constituir un bipartito con el PSOE, desde Lugonovo seguramente se pediría alguna dedicación exclusiva más y nuevos asesores, por lo que, o bien habría que aumentar el gasto de la corporación, algo para lo que se necesitaría una mayoría de votos que entre ambos grupos no reúnen, o los socialistas tendrían que ceder sueldos y puestos a sus nuevos socios.

La segunda opción sería más factible, ya que con la primera se corre el riesgo de sufrir un recorte aún más amplio, como le ocurrió al bipartito provincial en el pleno de noviembre de 2015, cuando vio cómo la alianza entre PP y Manuel Martínez echó por tierra la organización que habían previsto socialistas y nacionalistas, dejándoles con 240.000 euros menos en sueldos.

Por aquel entonces, Martínez se aprovechó del PP para castigar al BNG por haberle vetado para formar parte del gobierno provincial y entre ambos dejaron a los nacionalistas con solo dos auxiliares de apoyo, por lo que el PSOE tuvo que prestarle tres de los diez puestos de asesoría que había obtenido y que recuperó una vez se rompió el gobierno bipartito. Llegado ese momento, no hubo lamentos en el BNG, que tiene asumido que quien manda necesita asesorías, aunque a veces sirvan solo para agradecer servicios prestados a algún correligionario.

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