Opinión

La política lucense se recoloca

EL ÚLTIMO pleno municipal de este jueves no solo sirvió para aprobar unos necesarios presupuestos, que llegan con tres meses de retraso, sino que también ayudaron a recolocar a unos grupos de oposición que durante los convulsos primeros meses del mandato se contagiaron de la falta de rumbo del gobierno socialista y despistaron a propios y extraños sobre cuál era su auténtica posición política.

Así, hubo plenos en los que el PP demandaba un plan municipal contra la pobreza y la exclusión mientras el Gobierno de Madrid mantenía los recortes sociales aplicados por la crisis o Ciudadanos apoyaba mociones en defensa del tren mientras sus líderes reclamaban que los fondos del Ave gallego se dedicasen a I+D.

En el caso de los grupos de izquierda -sobre todo BNG y Lugonovo, que apoyaron la investidura de Lara Méndez- lo más extraño fue que se sumasen a PP y Ciudadanos para tumbar cuanta propuesta presentase el gobierno, aunque la mayoría de las veces estaba justificado por una falta de tacto del equipo de Lara Méndez al no negociarlas previamente. Caso aparte merece el edil de Ace-EU, Carlos Portomeñe, un verso suelto de la política lucense que ha trasladado al salón de plenos la batalla personal contra José López Orozco y que a veces le hace olvidar que el exalcalde ya va para nueve meses que se marchó.

En la votación de los presupuestos, sin embargo, Lugonovo sí que acabó por posicionarse junto al PSOE después de una maniobra en la que fueron necesarias varias asambleas de esta poliédrica marea para otorgar a los tres ediles la capacidad de decidir si apoyaban o no al equipo de Lara Méndez en su primer proyecto económico para pilotar la ciudad.

El portavoz Santiago Fernández Rocha echó el resto en una arriesgada operación de limpiarle el camino al gobierno a cambio de atender cuanta propuesta plantee Lugonovo, por peregrina que pueda parecer. A partir de ahora, solo cabe esperar si el ejecutivo cumple lo que les prometió y si Rocha acaba convertido en un concejal sin cartera en el equipo de gobierno.

Quienes prefirieron mantener las distancias con los socialistas fueron los dos ediles del BNG, que intuyendo que el PP iba a ser el único grupo que votaría en contra de las cuentas, decidió abstenerse de dar otro "cheque en branco" a Lara Méndez, como ya hicieron en la investidura. El Bloque, que necesita apuntalar su singularidad en una corporación con cuatro grupos de izquierda, está aprovechando el entreguismo de Lugonovo para construir un perfil crítico con los socialistas, pese a que a veces afloran las contradicciones de haber compartido gobierno con Orozco y de hacerlo en la actualidad en el bipartito provincial.

Mientras, en los bancos de enfrente, Ciudadanos optó por abstenerse en la votación presupuestaria, no se sabe si por deferencia hacia el pacto alcanzado por Albert Rivera y Pedro Sánchez o como un gesto de buena voluntad hacia un gobierno socialista que parece haberse dado cuenta de que con solo ocho votos en el pleno lo que toca es negociar.

Y quienes ya saben que a partir de ahora se pueden quedar tan solos como Rajoy y los suyos en las votaciones del Congreso son los nueve ediles del PP, quienes al menos han tratado de mantener cierta imagen de cohesión tras el cisma provocado por las elecciones para elegir a la presidenta del partido en Lugo. Jaime Castiñeira tiró de un informe del interventor, en el que hacía advertencias sobre el presupuesto asignado al área de personal o los servicios sin contrato, para censurar el proyecto de presupuestos y justificar el veto.

Ya en la votación, los populares evitaron repetir la espantada protagonizada dos días antes por los diputados del PP en la Diputación para evitar tener que rechazar los presupuestos del bipartito. Ocho de los nueve ediles del PP -faltaba Isabel Devesa, quien pese a estar a sueldo del Concello, desde el verano pasado solo acudió a uno de los plenos ordinarios- levantaron la mano para tratar sin éxito de echar atrás las primeras cuentas del nuevo mandato, un tiempo que el equipo de Lara Méndez parece encarar con otro talante. Aun así, alguna de sus concejalas da la impresión de que se resiste a renunciar al perfil de la etapa anterior, en la que no querer al gobierno era tanto como no querer a Lugo.

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