Oposición y funcionarios recelan del consejo que podría buscar Méndez en la Diputación
LA COLABORACIÓN ENTRE una Diputación y la capital de la provincia cuando son gobernadas por el mismo partido es tan lógica como provechosa para los administrados, aunque no siempre resulta tan sencilla una relación entre gobiernos amigos, sobre todo si quienes encabezan ambas instituciones tienen intención de tener el absoluto control de todo.
Tanto el finado expresidente provincial Francisco Cacharro como José Luis Baltar padre fueron capaces de controlar ambas instituciones desde el sillón provincial, aunque, cuando los alcaldes populares de Ourense y Lugo quisieron tener un margen de maniobra, entonces saltaron las chispas.
En el caso de Lugo, Joaquín García Díaz incluso llegó a tirar la toalla ante la tensión generada con Cacharro y la alcaldía acabó en manos de un Orozco que solo la soltó 16 años después para entregársela a regañadientes a su compañera Lara Méndez.
El exregidor socialista también tuvo oportunidad de compartir mandato con un gobierno provincial afín, liderado por el que fuera su pupilo José Ramón Gómez Besteiro. La relación fue fluida, porque ambos no se pisaban las mangueras y respetaban el papel que cada uno jugaba, aunque la marcha de ambos por diferentes motivos ha generado un nuevo escenario en el que la Diputación podría haberse convertido en guía de los pasos del Concello, a pesar de que por presupuesto y personal -propio y de concesionarias-, la municipal es una institución más importante.
Sin embargo, la inesperada investidura como alcaldesa de Lara Méndez, quien fiaba su futuro a una cómoda presidencia de la Diputación, le obligó a iniciar un proceloso camino en el Concello en el que quiso acompañarse de asesores de su confianza durante su etapa como vicepresidenta provincial, a la vez que buscar consejo en aquellos que continúan en la entidad provincial, como el vicesecretario o la interventora, entre otros altos funcionarios.
El problema es que esa colaboración entre las dos instituciones comienza a generar recelos entre los grupos de oposición, que como el PP llegan a acusar al gobierno local de estar "teledirigido" desde la Diputación, e incluso entre algunos funcionarios.
La decisión del ejecutivo local de recurrir como ya había hecho Orozco a la Agencia Provincial da Enerxía para tratar de solucionar el colapso en la revisión de las facturas eléctricas fue por ejemplo criticada por los partidos de la oposición y los sindicatos del Concello, que consideran que desde la propia administración municipal se puede resolver un problema que ya ha provocado cinco cortes de luz por impago en otros tantos edificios.
No es el único asunto que ha levantando suspicacias sobre el influjo que la Diputación ejerce en el gobierno local, ya que ayer mismo el portavoz de Ace, Carlos Portomeñe, acusaba al equipo de Lara Méndez de haber encargado a la "consultora estrela do PSOE e da Deputación de Lugo" el informe para tratar de lograr los fondos europeos del programa Dusi, en lugar de haberle encargado este cometido a los funcionarios locales.
Los populares aún fueron más allá e incluso aseguraron esta semana que los presupuestos municipales han sido confeccionados desde el organismo provincial, en una especie de 2 x 1 que además habría generado un retraso en la presentación de ambos proyectos.
"Quen é a man que mece a cuna?", se preguntaba el portavoz popular Jaime Castiñeira para ironizar sobre quienes están aconsejando a la alcaldesa, que esta semana se marchó a Fitur para vender Lugo en una estrategia de promoción en la que sin embargo se echa de menos una colaboración con la Diputación, a pesar de que este área es una de las competencias del PSOE en el bipartito provincial.
De ser cierta esta ascendencia de la Diputación sobre el gobierno local, lo que les cabe esperar a los lucenses es que se refuerce el grado de inversiones de la institución provincial en Lugo y que sirva para enderezar el rumbo de un gobierno que no acaba de sacudirse la presión del novato.
