Opinión

El último que no apague

Si a un Concello saneado le cortan la luz por faltade pago toca mirárselo


HACE UNOS AÑOS alguien de mi edificio logró convencer en el portal al empleado de la compañía eléctrica que se disponía a cortar por impago la luz de la comunidad de que esperarse a aclarar el entuerto, porque como luego se demostró, se trataba de un despiste de la agencia inmobiliaria. El caso me sirve para demostrar que a cualquiera le puede ocurrir lo que al Concello de Lugo esta semana, que le corten el suministro eléctrico más por un despiste en el abono de las facturas que por un problema de liquidez.

Claro que también habría que salvar las distancias, porque, como sí ocurre en un organismo público, en una comunidad o una casa no hay un equipo de políticos y técnicos encargados de los asuntos económicos y las facturas se van cargado en las cuentas corrientes de forma rutinaria, a pesar de que si las mirásemos a fondo seguramente encontraríamos sobrecargos. Y por eso precisamente las administraciones y las empresas tienen personal encargado de revisar las minutas de las eléctricas, que en este país operan con patente de corso para dejar sin un servicio básico a la población, aunque luego no se les sanciona cuando se demuestra que cobran de más.

En el Concello de Lugo, que recibe unas mil facturas eléctricas mensuales, siempre hubo funcionarios encargados de revisarlas, aunque una mala previsión y organización de los efectivos en el último año acabó por dejar sin personal al cargo de esta tarea y por colapsar el proceso hasta el punto de que ahora se amontonan 8.000 minutas impagadas.

Los retrasos en los abonos provocaron que las compañías comenzasen a enviar los habituales avisos de corte, aunque Gas Natural Fenosa cumplió las amenazas y esta semana interrumpió el suministro por impago en tres instalaciones municipales, que pudieron ser más si alguien del Concello no llegara a pararlo.

La empresa alegó que cortó la electricidad porque no se trataba de edificios donde se ofrecen servicios esenciales, a pesar de que dos de estas instalaciones son centros de convivencia, donde, por ejemplo, se realizan valoraciones de casos de emergencia social.

De todas formas, hacía años que una eléctrica no se atrevía a cortarle el suministro al Concello y, además, la última vez que ocurrió, durante la etapa de Joaquín García Díez en la alcaldía, el propio regidor ordenó a los servicios electromecánicos municipales restablecer la conexión.

Sin embargo, la indolencia que está demostrando el actual gobierno local da alas a las compañías, que van a ver cómo sus amenazas y actuaciones tienen efecto, ya que parece que ahora van a cobrar las facturas atrasadas por muy erróneas que sean.

Claro que como cunda el ejemplo y las empresas concesionarias del Concello empiecen a amenazar con interrumpir los servicios y suministros para exigir que se les aceleren los pagos, el colapso de la administración municipal puede ser cosa de unos meses.

De todas formas, el incidente del corte de luz de esta semana, que puede ejemplificar la marcha de un mandato en el Ayuntamiento que comenzó a contrapié con la marcha de quien fue alcalde durante 16 años, además de demostrar la debilidad e inexperiencia del gobierno local, también hace aflorar otras responsabilidades. Entre ellas la que apuntaba ayer el portavoz del PP, Jaime Castiñeira, que acusaba a Lugonovo y BNG de haber «imposto» al frente del Concello a una alcaldesa a la que ahora critican por su gestión.

Y quizá también la de ciertos funcionarios, algunos de alto rango, que una vez desprovistos de privilegios o complementos salariales adoptan una actitud pasiva a la espera de que la mesa se rompa por alguna pata.

Aun así, el gobierno local y su alcaldesa recibieron esta semana alguna buena noticia, como la aprobación de las tasas e impuestos para 2016, en un pleno en el que fue determinante el apoyo de Lugonovo y el BNG, y que abre el camino a un acuerdo para los presupuestos municipales del año próximo.

Este voto de confianza debería traducirse en un acercamiento de estas dos fuerzas para tratar del salvar a la soldado Lara de ese posible colapso de la administración local, aunque desde Lugonovo ya se comienza a advertir de que, antes de sentarse a la mesa para negociar las cuentas, van a exigir al ejecutivo una serie de actuaciones tendentes a normalizar el descontrol que da la impresión que reina en la gestión municipal.

Si bien la entrada en el gobierno de estas dos formaciones parece descartada de momento, a nadie se le escapa que la incorporación de nuevos ediles a la gestión sí que podría aliviar la acumulación de tareas que ahora dicen tener los concejales socialistas, algunos de los cuales parece que incluso se resisten a asumir competencias que se les quiere asignar.

Pero esta posibilidad quedará al menos aparcada durante la campaña electoral y tras el 20-D ya se verá si es posible algún tipo de pacto para evitar el caos o una espantada general en la que, eso sí, el último ya no tendrá que apagar la luz.

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