Opinión

Dos semanas de intriga

La decisión de Orozco de no renunciar a ser alcalde mantiene en vilo a su partido y al resto

LUGO AFRONTARÁ hasta el sábado 13 de junio un rompecabezas político que en Galicia solo supera la ciudad de Ourense, donde los partidos se debaten entre dejar que gobierne la lista más votada y devolver la alcaldía a un PP que dirige la provincia como su cortijo o entregar el gobierno a un friki al estilo de Ruiz Mateos, que se llegó disfrazar de Miñoman y que amenaza con poner patas arriba un consistorio al que tampoco le vendría mal abrir ventanas para airear el olor a podrido.

En Lugo la Justicia también se encargó de sacar a la luz gran parte de los trapos sucios que estaban sin lavar y quizá por eso el pueblo decidió castigar a un alcalde que reitera que no estaba al tanto de las corruptelas, pero al que el resto de partidos le considera responsable político de aquel desaguisado.

De persistir las tesis de Lugonovo y BNG de no apoyar la investidura de un alcalde imputado, en la votación única que se producirá en el pleno no habrá un aspirante con mayoría absoluta

Orozco se arroga tras los resultados del domingo su derecho a capitanear de nuevo un Concello de izquierdas, pero como quiera que a ese lado del arco político las fuerzas con representación ya advirtieron incluso antes de la contienda electoral que no iban a facilitar su investidura, el diálogo preconstituyente que se dibuja durante las dos próximas semanas no ayudará más que a reforzar las posturas de unos y otros si nadie se decide a ceder. En el caso de los socialistas, el partido está con quien logró resucitar en 1999 una formación que -como podría haber ocurrido ahora de haber confluido las dos plataformas ciudadanas-, iba camino de ser la tercera fuerza del consistorio. Además, Orozco ayudó durante 16 años a poner en el mapa gallego y nacional a una ciudad que aprovechó los años de bonanza para dotarse de infraestructuras que perdurarán durante décadas, como la red de agua, el polígono de As Gándaras, el Hula o los centros sociales y museos. Nadie en el PSOE lucense ni siquiera en el gallego tiene bemoles para plantearle al alcalde en funciones que se sacrifique para facilitar el relevo en el Concello y constituir un gobierno de progreso. Tendrá que salir de él mismo esa reflexión, una decisión personal que, sea cual fuere, ningún socialista le podrá afear.

Claro que en caso de mantener sus intenciones actuales de concurrir como candidato el día 13, el incierto escenario que se abre en el Concello tiene mucho que ver con el equilibrio de fuerzas que dejó el 24-M. De persistir las tesis de Lugonovo y BNG de no apoyar la investidura de un alcalde imputado, en la votación única que se producirá en el pleno no habrá un aspirante con mayoría absoluta, es decir 13 o más votos, por lo que será alcalde Jaime Castiñeira, al encabezar la lista más votadas en las urnas.

La única opción de la multioposición que conformarían las cinco fuerzas restantes frente al PP sería la presentación de una moción de censura

El popular deberá entonces confeccionar un ejecutivo que, como le ocurrió desde finales de 2012 al de Orozco, no tendrá mayoría suficiente para sacar adelante mociones en los plenos, aunque se beneficiará de una Ley de Grandes Ciudades que otorga poderes suficientes a la junta de gobierno para aprobar decretos y dirigir el Concello. Solo hay que remitirse a algunos acuerdos aprobados durante estos años, algunos incluso por unanimidad y que luego fueron obviados por el ejecutivo socialista, pero que sin embargo pudo disponer este año de presupuestos a pesar de no tener apoyo ni del PP ni del BNG.

La única opción de la multioposición que conformarían las cinco fuerzas restantes frente al PP sería la presentación de una moción de censura, aunque debería de ser bien aprovechada por los promotores, dado que solo se puede debatir una en los próximos cuatro años.

Las primeras reuniones mantenidas por los populares con Ciudadanos y Lugonovo también hacen augurar para el alcaldable del PP que se puede llegar a acuerdos en demandas como una mayor transparencia en el control de los contratos públicos y la lucha contra la corrupción, dado que los programas municipales de las diferentes formaciones tampoco tienen propuestas enfrentadas.

Claro que en el PP muy pocos confían en este momento en que Castiñeira pueda tomar el bastón de mando el día 13, porque saben que en el momento en que Orozco decida poner fin a una etapa, se les cerrarán de nuevo las puertas del gobierno local. Así que, como en las novelas de intriga, toca esperar para conocer el desenlace.

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