Opinión

'Dèjá vu' en la política local

Problemas sin resolver y proyectos pendientes en la ciudad salen a la luz periódicamente

A QUIENES SEGUIMOS de cerca la política municipal nos da la sensación en algunas ruedas de prensa de que vivimos un déjà vu, que ya hemos escuchado antes el mismo relato. Nos ocurre porque cíclicamente la oposición recuerda problemas sin resolver o proyectos pendientes en la ciudad que, tras cronificarse, han perdido la capacidad de sorpresa.

Esta semana tuve esa sensación con la denuncia lanzada por los vecinos de Barbaín y el PP debido a los problemas que sufre la traída de agua que les instalaron hace ya tres años y que carece de presión. El anterior gobierno, tras hacer la obra y cobrar su parte a los vecinos, no instaló una bomba necesaria para hacer funcionar en condiciones la traída y, pese a que en este tiempo, periódicamente, los afectados se hacen oír a través de los medios de comunicación, el Concello es incapaz de zanjar una cuestión tan simple.

Sencillo también podría ser arreglarles a los adjudicatarios de viviendas sociales de A Croa, que llevan 15 años reclamando las escrituras de sus casas, pero como nadie se decide a darle prioridad a la cuestión, los periodistas asistimos de vez en cuando a ruedas de prensa, plenos o convocatorias en el barrio donde los vecinos preguntan qué hay de lo suyo.

Otro asunto recurrente cuando la oposición anda escasa de ideas consiste en recordarle al gobierno los proyectos pendientes desde hace años y que los problemas técnicos dejaron en el aire. Ocurre por ejemplo con la biblioteca de A Piringalla, dedicada al escritor Paco Martín, pero que de momento se asemeja más a una escultura de Paco Pestana. Los vecinos llevan años esperando por este centro cultural para el barrio, aunque el presupuesto municipal de 2016 solo incluye una partida para material. Y eso que lo único que se pueden almacenar allí de momento son ebooks.

Tampoco son optimistas los residentes del polígono del Sagrado Corazón a los que en 2007 se les prometió dos ascensores para salvar la subida al barrio. Uno de ellos se cayó años después por la crisis y el otro parece estar gafado, ya que la adjudicataria del proyecto renunció a hacer la obra al detectar fallos en el proyecto. Eso fue en enero y de momento no fue readjudicado, por lo que en breve asistiremos a una rueda de prensa ‘ya vista’ de la oposición en la que se recordará el retraso de este proyecto.

Capítulo aparte merecen aquellas cuestiones municipales irresolutas porque se le echa a la culpa a otra administración, generalmente gobernada por el PP, un problema de competencias que acaba pagando la ciudad. El 5% del PXOM pendiente de aprobar por la Xunta, que ahora reclama un estudio hidrológico al Concello, es el ejemplo más claro del atasco por falta de entendimiento institucional. Seguramente, aún dará para muchas más comparecencias de la oposición, sobre todo después de que el portavoz del gobierno local asegurase esta semana que la cuestión se resolverá "o máis pronto posible".

A la Xunta también se le critica desde el Concello por no asumir la finalización del plan Paradai o el compromiso de crear un museo de la romanización en el cuartel de San Fernando, aunque al menos en este caso se llegó a un acuerdo para hacer trabajos de mantenimiento que eviten que se venga abajo parte del edificio. Eso sí, a ese acuerdo se llegó en 2014 y a día de hoy el edificio sigue vallado en la parte más deteriorada.

Al Gobierno central y, más en concreto, al Ministerio de Fomento, también se le culpa desde el Concello del atasco de algunos proyectos de la ciudad. Estación intermodal o Ave al margen, unas obras que precisan movilizar millones de euros, este ministerio se había comprometido durante la etapa de José Blanco a destinar unos 300.000 euros a humanizar la Praza Agro do Rolo. Nada se sabe de esa inversión y el gobierno local tampoco se decide a asumirla con sus fondos. Ambas administraciones incluso discutieron sobre a quién correspondía el mantenimiento del puente blanco. Al final, tras la presión de vecinos y medios de comunicación, Fomento envió tras meses de espera un tractorista a desbrozar una rotonda. Un trabajo que, como mucho, costó 200 euros. Eso sí, tendremos un déjà vu al final de la primavera, con la maleza ya crecida.

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