COMPRENDO QUE el ejercicio del pesimismo no es la mejor manera de gobernar pero nuestros ministros y demás gestores de alto nivel deberían coordinarse un poco a la hora del coaching con el país. Hace unos días vi a Luis de Guindos en televisión asegurando que las pensiones estaban aseguradas en el futuro porque en caso de vaciarse esa caja de la Seguridad Social, saldrán de otra que tenga el Estado. Y me vino bien, me autosugestioné a la hora de emprender una nueva jornada laboral. Sin embargo, al oír ayer a los comparecientes en el llamado Pacto de Toledo mi espíritu de asalariado volvió a venirse abajo, como si ante mí estuvieran pintando 'La rendición de Breda'. El presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, que debe ser un chiringuito oficial muy importante, ha dicho que a partir de ahora las pensiones van a perder poder adquisitivo algo que «no es discutible» y que, o se toman medidas vía impuestos y cotizaciones, o la cosa no funcionará. Para más inri, la Confederación Española de Mutualidades, otro chiringo, urge a fomentar fiscalmente los planes de pensiones privados (¿no los habíamos rescatado y finiquitado) pues, coincide igualmente, la pensión pública bajará con el tiempo y el mínimo de autónomos no llega. O sea, que ni con la reforma laboral ni el retraso en la edad de jubilación esto se amaña. Prepárense a que nos claven todas las lanzas del cuadro de Velázquez.
