Opinión

Estos chicos

TODO EL mundo quiere amordazar a su antojo a los periodistas. Lo demuestra Trump con las habituales bravatas y broncas en ruedas de prensa, lo ejecuta Erdogan encarcelando a un corresponsal alemán que informa de presuntas corrupciones de su yerno, a su vez primer ministro de energía de Turquía, y hasta ha hecho sus pinitos nuestro Gobierno con la ley mordaza, mal llamada Ley de Seguridad Ciudadana, ahora puesta en solfa por el Defensor del Pueblo, dada la escasa proporcionalidad y constitucionalidad de su régimen sancionador. Este oficio de juntaletras tiene sus riesgos según donde pille la movida. El turco te puede mandar cinco años a prisión en espera de juicio aunque trabajes para el mismísimo ‘Die Welt’. Así, al periodista Yucel le ha tocado hacer de conejo en el juego político de halcones entre la limpita Europa y la Turquía islámica que cobra por refugiado retenido. En EE.UU. hay poderes que se hacen respetar y la cosa cambia. El presidente sabe cual es su sitio y lo que representa ‘The New York Times’. Son ejemplos extremos y encontraríamos muchos matices por medio dependiendo del país pero el nuestro arrastra una cierta tradición de normas chusqueras del tipo ‘quietos ahí’ o ‘borren las fotos con uniformes’, lo cual, visto así, desvirtuaría gran parte de la historia de esta profesión. Con razón a Soledad Becerril le huele mal.

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