Opinión

Brindis democrático en Burela

Al rematar la columna para la contraportada de A Mariña me ha faltado papel y quedo con mal cuerpo. La titulé 'Burela da la campanada' en recuerdo de la famosa repetición de las uvas a finales del siglo pasado, por un fallo eléctrico. Esta especie de segunda vuelta de las elecciones municipales que tendremos tras las vacaciones acarrean situaciones poco habituales. 

Menudos son los burelaos. En el reducto castrexo celebran fiestas cuando les peta. Las cambian de estación u organizan nuevas campanadas si falta la luz para el cambio de solsticio. Santas Pascuas. Por eso, no podría haber caído en mejor castro el reeditar unas elecciones. A lo mejor hasta el clan de O Campón monta una bonitada ese día en O Perdouro para celebrar la fiesta de la democracia. De momento hay 600 votantes llamados a clarear el fallo de los seis votos nulos perdidos Cantiño abajo. Ya saben que a Burela Sempre le faltó uno para tomar asiento en el consejo de clanes y el tribunal resuelve con una especie de brindis al valor de la papeleta. Un voto es un voto y tan decisivo como pudieran serlo los otros cinco y que nadie reclamó, excepto Burela Sempre que lo hizo después porque ese día no tenía allí interventor.

Ese ‘revoten’ todos que se argumenta por parte de los jueces en aras a la igualdad de oportunidades de los candidatos, ocurrirá en una parte de Burela pero atañe, sin embargo, a todos los vecinos. Y a todos los partidos, no solo a Burela Sempre y al BNG entre los que se dirímía el sillón. No es un pulso entre los muy bureleses Carlos Peinó y Silvino Oroza. Es una situación anómala, una carta inesperada en una partida jugada en la que muchos encuentran todavía inspiración.

Por ejemplo, hemos escuchado que al PSOE, al que la votación de mayo lo dejó en minoría, hace cálculos en O Perdouro y pudiera incluso acariciar otra vez la mayoría absoluta si consigue 14 votos más. Dicen que podría caer a costa del PP y que, en el peor de los peores casos (que nadie los revotara ahora), se quedarían con cinco concejales. Pero su idea es ir a por la mayoría absoluta, sea con 14 o con 50 que servirían para rebajar un poco la cuenta de los populares. Ciento y pico ya dejarían tocado al BNG y a los aires de pactos. Por supuesto, a Burela Sempre le bastaría ese voto que no encontró, de discurrir más o menos las cosas como solían. El PP hará sus cálculos y tratará de presentarse con más lozanía y obras, mientras el resto de partidos minoritarios albergarán más modestas expectativas.  Si el voto útil de los que tengan humor para volver a la urna se impone, podrían quedarse huérfanos de apoyos.

También hay quien se siente discriminado al ver que el vecino podrá ejercer el mismo u otro voto en la repesca, 'co sabido, sabido'. Son muchos electores llamados y el resultado podría variar para los pocos elegidos. Es más, el censo de electores también variará, si es que ha habido fallecidos en la zona y cumplen algunos chavales los 18. 

Entre todas interrogantes, tengo curiosidad por saber cómo lo celebran los bureleses, mis favoritos a la hora de dar la campanada. Me interesa más que todo el rosario de suspense e inquinas que arrastre el tema en la Diputación. Allí parece que todas las faenas que se gastan vuelven como un bumerán, especialmente si están de la mano de Manuel Martínez, quien estuvo al quite en esta ocasión para meter baza en el final de la partida. Veremos si se lleva las diez últimas.

Un recuerdo también para los integrantes de la mesa fallida. No tuvieron el día, aunque las anécdotas con los votos blancos y nulos ocurren en muchas urnas. Al revisar otras mesas de Burela, la junta electoral ha validado votos nulos que no lo eran y siempre hay errores, aunque no alcancen el calibre de este. Por cierto, al que le toque presidir ahora la  de O Perdouro, sepa que estará más vigilado que el Torques de Burela en el Museo Provincial de Lugo.