Opinión

Una docta observación

Siguiendo la opinión de alguien mucho más perspicaz e intuitivo que yo, debo considerar que ha llegado el verano solo si alguna Administración se interpone con las obras en mi camino o en el bar habitual ya no prestan la misma atención.

Hasta la fecha me guiaba por oráculos particulares. Se desataba el verano si en una mesa con niños alguno pedía ‘fantasmitos’, esos helados diminutos que brotan en los bares con los primeros calores. Ese no fallaba nunca pero en esta etapa mariñana he ido incorporando otros. Por ejemplo, si no te congelas al salir de los vestuarios al corredor que da acceso al vaso de la piscina de Viveiro, indefectiblemente ha llegado el verano, amigo. De igual forma, si dejas de ver a los nadadores habituales en sus calles en propiedad, es que se han dado de baja para patear paseos marítimos y variantes. Hay que economizar bajando la lorza para poder pagarse las cañas.

Fiestas de instituto con pajaritas al cuello son señal inequívoca o los guardias de Tráfico probando moto a toda velocidad. Observa un amigo que han llegado antes los vendedores de cerezas del Bierzo que los de Fomento con el chapapote. Lo cual me hace dudar de que tengamos un verano al uso.
 

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