Opinión

Pésima traducción de Vestas

Planta de Vestas en Chavín (Viveiro)
photo_camera Planta de Vestas en Chavín (Viveiro)

Las arenas movedizas en las que se mueve la industria, al ser otros mercados y actores los que marcan la fabricación de coches, aerogeneradores, muebles o aluminio, pueden engullir cien puestos de trabajo en A Mariña, como si ya la comarca no tuviera bastante con la amenaza de Alcoa y como antes ocurrió con cuatrocientos en la vecina planta de Vestas en Villandangos (León), a la que se enviaban buena parte de los componentes eólicos montados en Viveiro.

La sorpresa del anuncio ha sido relativa. Desde 2017 los trabajadores recelan de los planes de una firma que cierra y deslocaliza lo que sea para mantener su "competitividad" y que llegado el momento se muestra falta de sintonía con cualquier gobierno central, autonómico o local. Y eso que el de Viveiro estuvo en la picota en un proceso por prevaricación precisamente al haberse mojado para ampliar la fábrica de Chavín. Del que salió absuelto.

Una vez cobran subvenciones o cambia la demanda de máquinas, se acabó. Un desmantelamiento fatal para los propios trabajadores y la comarca, además de amargo para el resto. Todas las facilidades y promesas de planes eólicos (con otra tanda del 70% de asentamientos en Lugo) engrosarán beneficios de las multinacionales. ¿Creen que cumplirán con dejar el mantenimiento? ¿Qué les queda a los trabajadores jóvenes, emigrar? 

Ni las renovables a las que hemos servido en bandeja el territorio y los recursos eólicos abaratan nuestra factura de la luz ni ayudan a mantener puestos de trabajo de calidad. La amenaza de ERE del 2015 se hace en real en 2021 a pesar de que hace poco Vestas celebró los 20 años en Chavín ante toda la plana mayor de la política industrial del país, prometiendo seguir contribuyendo a la transición energética. O eso dijo en octubre del 2019 Javier Ojanguren, 'country manager' de Vestas. Este lunes los trabajadores tuvieron que oír con un traductor el anuncio de cierre.