Opinión

No aprendemos en As Catedrais

LAS TRES palabras que me han llamado la atención recientemente sobre As Catedrais son: inhumana, imperdible e increíble. El primer calificativo lo lanzó a grito pelado uno de los deportistas que remató en el agua la última media maratón. Acabó tan satisfecho de su gesta que al contemplar la playa alcanzó el éxtasis al ver las formaciones rocosas, que no le parecieron de este planeta.
A continuación se dio un chapuzón en las olas de la marea baja y, ya de vuelta cuando caía la noche, volvió a reconocer que el agua estaba tan fría que parecía inhumana. Lo de ‘imperdible’ lo soltó otra joven ante los arcos y otras formaciones rocosas de este destino de moda que se llenó en agosto después de un julio más flojo si tenemos en cuenta lo masificada que ha llegado a estar As Catedrais en los últimos años. Y lo de increíble lo acabo de escuchar a propósito del aluvión de gente que recibió en el puente pero no tanto como admiración sino como sorpresa e indignación.

En efecto, el sábado se volvieron a repetir las escenas de turistas encaramados en las alturas, sobre los arcos, pisándolo todo, lo cual resulta paradójico después de la muerte de la joven ocurrida recientemente. Sorprende por la falta de precaución de los propios visitantes, que se exponen a un accidente y contribuyen a dañar, consciente o inconscientemente, un paraíso natural.

Y todavía sorprende más que, visto lo visto, las tres administraciones con competencias en la playa no hayan acordado una vigilancia o medidas preventivas, al menos en fechas clave. Y este puente del Pilar se sabía que vendría mucha gente.

No aprendemos a cuidarnos y a respetar el entorno. Parecemos nuevos con cosas básicas en las que proyectar un turismo de calidad. Porque, además, el otro día en As Catedrais no había ni baños públicos abiertos ni, por supuesto, oficina turística en servicio.

Mucha culpa la tenemos los ciudadanos, que no sabemos comportarnos o transigimos ante los maleducados, pero las instituciones fallan más que una escopeta de feria en la tutela de lo público. Y no deberían cortarse. Si en Venecia prohíben tumbarse o sentarse en las aceras, ¿por qué aquí se permite hacer el cabra en As Catedrais?

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