Opinión

Con la mira muy desviada

 

Si hubiera que dar carnés de artista en función de simpatías políticas o encargos laborales, iríamos apañados. Quienes emborronan el taller y obras al escultor Raimundo Rubal solo pueden ser calificados como vándalos. De haber madurado alguna reflexión más allá de la simpleza de esos actos se habrían informado antes de cómo se las gastaban los verdaderos fascistas hace unas décadas.

Seguramente sea esa distancia con la época de falta de libertades lo que les empuja en dirección tan talibán respecto a los artistas y sus obras. A uno puede caerle más o menos en gracia el retratado o el retratista pero derribar bustos, decapitar estatuas o dañar con pintura no es muy estético. Si alguien cree que algún símbolo o nombre es merecedor de retirada pública puede tramitar la petición conforme a la Ley de Memoria Histórica ¿Imaginan que les diera por acuchillar los Dalí a causa de su conocido buen rollo con Franco? A veces pasan cosas incomprensibles, es verdad, como la reciente retirada de Arco de la obra de Santiago Sierra Presos políticos en la España contemporánea, pero deben quedar en la anécdota. El ataque a Rubal es deplorable, injusto. Sabrá afrontarlo, pues el arte suele estar en el punto de mira.
 

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