Opinión

Apuestas ilegales

HACE UNA semana era el tenis, ahora otra vez el fútbol de Segunda B. El Racing de Ferrol-Coruxo de la anterior jornada está bajo sospecha, dice el diario ABC, por apuestas ilegales.

Según el citado periódico, los apostantes por una victoria local crecieron de forma exponencial en el momento en el que el Coruxo marcó el 0-1. Además, había una gran cantidad de incautos que se la jugaron a una victoria local por más de dos goles y otros tantos que arriesgaron por que se marcarían tres o más goles en el primer acto. Incautos afortunados. Al descanso el duelo reflejó un 3-1 y al final un 5-2 para los ferrolanos. Todas las combinaciones beneficiaron a los optimistas.

Haya habido o no delito, los casos son tan frecuentes que ya no suena extraño que algunos de los implicados hayan podido cometer alguna irregularidad y atentar contra su profesión.

El problema de las apuestas ilegales no solo radica en la corruptibilidad del ser humano, en su capacidad para venderse por un plato de lentejas, el vicio más viejo del mundo. Nace de la posibilidad de que algunos deportistas semiprofesionales apuesten sobre partidos en los que participen: pistolas cargadas en torpes manos.

El nivel de fraude es inversamente proporcional a la profesionalidad y salarios que se manejan en la actividad en apuesta. Messi y Cristiano no se pierden en menudencias como esas. Ellos juegan más con Hacienda, porque en BET365 no van a ganar ni la milésima parte de lo que se van a llevar con sus contratos. Su codicia se salda año a año con cada renovación de contrato y cada triquiñuela fiscal.

La solución en las apuestas, aparte de en la mano dura de la justicia, está en la limitación de las categorías. Nada de Segunda B, Tercera, Challenger de tenis y similares. Si no se puede combatir la tentación, es mejor evitarla.

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