Opinión

Messi y el interés general

ESTARÁ MESSI asignado a los servicios mínimos? ¿Cambiarán el turno a Neymar y Luis Suárez? ¿Tendrá Iniesta que reforzar el horario de tarde? Preguntas como estas me llevo haciendo desde que hace unos días anunciaron la huelga de futbolistas. Dice Javier Tebas, el presidente de la patronal del fútbol, que es una huelga política. Tan original como su colega Juan Rosell, el de la Ceoe. ¿Y entonces qué pensaban? ¿Acaso hay huelgas atmosféricas, minerales, subacuáticas?

Unas huelgas se suelen convocar para reclamar algo concreto y socialmente aceptado, como un salario digno, el fin de los recortes en la sanidad o la defensa de la educación pública. Hay otras que persiguen consolidar un privilegio, como la de los controladores aéreos, y así acaban como acaban, militarizando al personal a toque de corneta. La que ahora se anuncia tiene una reclamación algo más confusa. En teoría es porque no les han consultado a los futbolistas ni a su sindicato el decreto del reparto televisivo, pero más da la impresión, por la lista de piqueteros, que tiene que ver con otras cosas, asuntos fiscales por ejemplo, o esos indescifrables derechos de imagen. A Ramos o a Piqué no les veo yo como a Xavier Aboy cerrando las rejas de un McDonalds en una jornada de paro. Una vez entró en la cafetería Lar de Pontevedra en una huelga general en tiempos de González, a principios de los 90. Vio a un concejal del PSOE tomando un café, y antes de coger el gancho de la reja le preguntó: «¿E tí que eres, un esquirol guerrista ou un esquirol renovador?» Tenía tanto ímpetu el sindicalista de la CIG que una vez bajó la persiana metálica de una ferretería sin antes apartar la cabeza. Siete puntos en la frente lleva como recuerdo.

La lucha por el poder y el dinero es política desde antes de la revolución industrial, y esto viene a ser un trasunto de esa lucha. La Federación de Fútbol se resiste con indisimulado cabreo al recorte de lo que entiende que son sus competencias económicas y competitivas, y busca con la AFE un frente amplio y a la vez difuso. Ninguno fue consultado, y eso les da algo de fuerza, aunque no necesariamente la razón. Objetivamente el decreto gubernamental de venta centralizada de los derechos televisivos reduce agravios y disminuye diferencias.

Al otro lado de la soga-tira está el gobierno, ansioso de seguir ampliando su esfera de poder, y ya saben lo que le gusta el fútbol a mi paisano Mariano, siempre deseoso de que lo fotografíen con el Marca en la mano saliendo de una cumbre en Bruselas.

No acabo de ver a Sergio Ramos o Piqué en el papel de piqueteros

Todos los gobiernos del PP se declaran liberales pero regulan selectivamente más que nadie. Una vez Álvarez Cascos y Aznar quisieron acabar con Prisa. Por un lado trataron de enviar a la cárcel a Polanco por el llamado caso Sogecable, aunque el que acabó inhabilitado por prevaricación fue el juez Gómez de Liaño, que se saltó la ley para tratar de emplumarlo. Fallada esa vía lo intentaron con su plataforma televisiva, que tenía todos los derechos del fútbol, ordenando dar al menos un partido en abierto, siempre el más atractivo. Era de interés general. ¿Se acuerdan?

Yo en algunos casos, y en cuestiones futbolísticas, sí que veo pertinente una ley intervencionista. Y por la misma ley de la gravedad que el otro día Boateng cayó en el Camp Nou como una secuoya seca -como dijo Relaño- impondría yo la ley del sentido común que tanto le gusta invocar a nuestro presidente del gobierno. Que no digo yo que en su día Bogarde, Rochemback o Christanval pudiesen ir a la huelga, pero lo suyo, señor Lionel Messi, es de interés general. Y usted no se me borra de este final de temporada ni con una rotura de fibras.

Artículo publicado en las ediciones impresas de El Progreso y Diario de Pontevedra el lunes 11 de mayo de 2015

Comentarios