Opinión

Las ligas del clavo ardiendo

LA LIGA del clavo ardiendo fue aquella que conquistó el Madrid en un minuto. Tamudo empató para el Español en el Camp Nou en el mismo instante que Van Nistelroy daba la victoria al Madrid en La Romareda. Hacían falta dos goles en dos campos distintos cuando se enfilaba el minuto 90 de la penúltima jornada para completar con una carambola a dos bandas la remontada sobre la que el Madrid llevaba cabalgando varias semanas. Aquella Liga 2006/2007 fue el inicio del fin de Rijkaard. Reconozcamos nuestro pecados, como dicen en misa. Al Barça le entran las dudas cuando el Madrid se aprieta los clavos para el último sprint.

La Liga se apreita. Buen momento para una serie de reportajes sobre algunos apasionados finales de campeonato

El Real, de estirpe mesetaria, conserva en su ADN un gen perdido desde los tiempos de la reconquista. Cuando en 1492 se conquistó Granada las mesnadas castellanas se quedaron sin una ‘unidad de destino’ en territorio peninsular, y solo por no estar ociosos descubrieron ese mismo año América y continuaron galopando en el Nuevo Mundo. El gen del Barcelona es sin embargo más ‘fenicio’. No es extraño. Cataluña fue vetada para la aventura de América y se dedicó más al comercio mediterráneo. Quizás por eso el juego del Madrid haya sido siempre más arrebatado y el del Barça más seductor, como el ejercicio de un agente de ventas ante su cliente. Cuando no lo convence comienza a dudar de sus fuerzas. El Madrid no tiene tantos complejos, da un zarpazo y se acabó el debate.

Ese infausto año de 2007 el Barca perdió un puñado de puntos por exceso de indolencia en los últimos minutos, mientras el Madrid, a la inversa, conquistaba a domicilio dos victorias en Huelva y Vigo que leo metieron en la pelea por el título. En Balaídos empataban los de Capello cuando salió a calentar Cassano. Tenía un trote cochinero y le rebotaba la panza, como si hubiese acabado de zamparse un par de pizzas. Calentó los músculos con desgana cerca de la portería donde entonces se ubicaban los Celtarras, que los recibieron haciendo los coros: "Ya está cansado, Cassano ya está cansado". Poco después marcaba Robinho tras un rebote afortunado en un córner. El Madrid comenzó a creer y el Barcelona a dudar. Así acabó aquello.

El Madrid tiene un gen medieval, mientras el Barça es más fenicio

Antes de esa Liga del clavo ardiendo, como la bautizó Michel, ya hubo casos parecidos en el pasado reciente que todos recordamos. En la 81-82 el Barça de Udo Lattek llegaba también como líder a las últimas jornadas. Quedaban solo tres partidos en juego, seis puntos por entonces, y tenían tres de ventaja cuando el Español visitó el Camp Nou. En principio un tramite, y más cuando al cuarto de hora ya iban por delante en el marcador. Pero sucedió lo inexplicable y la grada blaugrana asistió estupefacta a un recital del equipo de Lauridsen, que acabó ganado por 1-3. El Barça aún era líder, pero ya sin margen. El siguiente partido, la penúltima jornada, era en el Bernabéu, que empezó a afilar las garras. Alexanco, como capitán, salió a dar la cara en la sala de prensa: "Aún somos líderes, no podemos arrojar la toalla". Sonó impostado. Siete días después perdieron 2-0 ante el Madrid y la Real Sociedad, agazapada por la pelea entre los dos gallitos, se aprovechó para llevarse su segunda Liga consecutiva.

Ahora el Barça, con el golaverage en contra, tiene solo medio partido de margen, y en el horizonte aparece tambien el Espanyol, además del Valencia y el Atlético. Buen momento para poder comprobar si un asturiano como Luis Enrique Martínez es capaz de inyectarles en vena algo de esa sangre de Don Pelayo y Fabila antes de volver a cabalgar hacia la reconquista de una Liga que regalaron la pasada temporada con una indolencia fenicia.

Una supina estupidez

Los colores de la camiseta son también parte de la identidad del fútbol. El Barça jugó el sábado de rojo fosfórico ante un equipo que jugaba de blanco. Hace unos días fue el Celta el que jugó de verde marciano en Riazor. Alguien tiene que parar esta estupidez del márketing. Cuando en la primera Champions del Barça tuvieron que jugar de naranja contra la Sampdoria, antes de subir a recibir el trofeo Cruyff repartió a cada jugador la camiseta azulgrana de Meyba para que toda Europa viese quien había ganado la Copa de Europa. Eso es fútbol, y no el márketing.

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