Opinión

El clásico preclásico

MEDIO SIGLO de vida y haber mamado el fútbol desde antes de nacer (acabo de echar cuentas y resulta que nací justo nueve meses después del ascenso del Pontevedra a Primera División, ahora entenderán lo mío) me han permitido acumular ciertos recursos defensivos para afrontar una cita como la del Camp Nou. El primero ha sido mirar en el mueble-bar el sábado por la tarde, que el domingo está todo cerrado. Aún quedaba media botella de JB.

Ver el clásico en familia y al mismo tiempo ejercer de periodista tiene sus inconvenientes, sobre todo a una hora tan tardía, porque este partido acaba cuando prácticamente entra en la rotativa Diario de Pontevedra. El año pasado fue a la misma hora y escribí la crónica antes de jugarse el Madrid-Barça. No tuve mal ojo. Di de antemano por derrotado al Madrid y casi hice pleno en la secuencia de los goles y sus autores.

El Barça-Madrid acaba cuando este periódico entra en rotativa, una excusa perfecta para hablar más de los prolegómenos

Estuve tentado a repetir esta vez, pero luego te acusan de no ser neutral (ya ven, qué cosas). Últimamente la gente anda algo alterada, y cree que los periodistas vamos con la crónica escrita siempre de antemano, ya sea a un partido o a un acto electoral. Y por supuesto piensan que les tenemos manía, como le pasa a Florentino con el As y el Marca, que todo el mundo sabe que quieran que pierda el Madrid porque así venden más ejemplares... en Barcelona.

Por eso, y a pesar de la premura de tiempo, me siento a escribir de forma apresurada mientras le digo a mi chica que mire por favor si queda hielo en la segunda bandeja del congelador, que vendrá mi padre a ver el partido y también le gusta tintinear los cubitos contra la pared del vaso cuando pasamos apuros. Este año he contratado Canal Plus para que pueda venir a ver los partidos sin necesidad de ir al club militar del que somos socios, justo debajo de casa. Allí siempre ponen una pantalla gigante pero te sientes un poco intimidado en el Barça-Madrid. Hay tantos azulgranas como votantes de Podemos en el barrio de Salamanca.

Una vez, recién ascendido a coronel, me invitó a comer a la residencia militar El Alcázar en Madrid para ver después un partido de la selección clasificatorio para la Eurocopa del 88, y ahí sí que te notabas arropado. Yo estudiaba Periodismo en la Complutense y fue la única vez en ese año (y en los tres siguientes) que comí un arroz con lumbrigante. No sé si fue Piturca o Lacatus el que nos metió el 3-0. Lo que sí tengo grabado es a un general retirado con patillas encanecidas a lo ‘Goya’, coetáneo posiblemente de las campañas africanas de Prim, golpeando el suelo con un bastón. «A estos jugadores les falta raza».

Calentamiento

Los prolegómenos siempre son importantes, ya sea en un partido o en otro tipo de actividades físicas. Ustedes ya me entienden. Media hora antes del partido calientan el Madrid y el Barça en el césped y me sirvo el primer JB con Cocacola de la noche. Una combinación clásica para el clásico. Mi padre lo prefiere solo y con hielo. Mientras Hierro y Unzué dan algunas indicaciones a los suyos yo hago lo mismo con los míos e inicio la charla táctica:

«Mario, el empate nos vale para seguir líderes, pero si perdemos y no puedes contenerte baja a la plaza a darle una patada a la farola y no al ordenador, que aún lo estamos pagando». Mario tiene ocho años, edad ya suficiente para desahogarse con el mobiliario urbano.

El Madrid debió sentenciar y no lo hizo. Sin duda una anomalía

Mi chica sigue también con su calentamiento particular, que nuestro benjamín tiene mañana examen de naturales, y ella cree que los estudios son más importantes que el fútbol.

-Mario, tres ejemplos de artrópodos?

-Messi, Suárez y Messi-, responde Mario entre risas, y nos da por imposible. «Todos sois iguales».

Una hora antes sabemos que a Luis Enrique no le ha dado ningún ataque, y cada uno juega en su puesto, aunque eso no garantiza nada. El Barça se adelanta a lo ‘Madrid’, con un gol de cabeza de un central y el Madrid empata por bajo tras un baile de salón, taconazo incluido. Messi fue más Cristiano y Cristiano más Messi, normal que el Madrid pareciese el Barça. Llega el descanso.

-Mario, vete bajando a la plaza, que tenemos seguro en la comunidad-.No hizo falta. Un pelotazo de Alves y un control de Suárez me salvó de la multa. Cómo cambia el fútbol en una acción¡, igual que un movimiento en una partitura. Otra vez música de violines. Buena melodía para un lunes.

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