Opinión

Volvamos a la realidad

ES VERDAD que el tema de los másteres regalados, los títulos que nunca existieron y las tesis doctorales de calidad discreta es un asunto importante. Demuestra como la clase política, que supuestamente ha llegado para regenerar la vida pública y que pertenece por edad a la que se ha llamado la generación mejor preparada de la historia de España, se ha dedicado a adornar currículum en vez de tomarse en serio una profesión que les permitiera realizar eficazmente el servicio público. Pero una vez aclarado que el Presidente Sanchez no plagió, el Supremo tiene que determinar si Pablo Casado incurrió en delito al aceptar favores que no alcanzaban a todos los alumnos de la URJC y Rivera debería pedir disculpas por hacer un uso torticero de la sesión de preguntas en el Congreso, mientras adornaba con orlas mutantes su expediente académico. Pero dicho esto, ha llegado el momento de ocuparse de los problemas del país.

De la imparable subida de la factura eléctrica, de las familias que con la llegada del invierno necesitan urgentemente un bono que les permita tener calefacción, de presentar en Europa un borrador de presupuestos que evite una mayor subida de impuestos, de repartir a los municipios las partidas destinadas a la lucha contra la violencia machista (treinta y tres mujeres asesinadas este año por sus supuestos compañeros de vida), de la burbuja del alquiler, de reponer la carencia de profesionales en Sanidad y Educación provocadas por la crisis y las políticas del PP, etc, etc, etc... Gobierno y oposición deberían estar muy preocupados, también, por las alarmantes señales de desaceleración que desde todos los organismos internacionales se advierte en las economías occidentales.

Se avecina a una cadena de citas electorales que vamos a vivir, ya este otoño, sumidos en la política espectáculo y las ofertas por doquier

La vicepresidenta, Carmen Calvo, tenía razón al reivindicar la trascendencia de la votación parlamentaria que permitirá sacar a la momia del dictador Del Valle de los Caídos. Han pasado cuarenta y tres años de su muerte y la derecha todavía argumenta que era un tema que "no corría prisa". Que se lo pregunten a las familias de sus víctimas que reposan en las criptas del subsuelo donde yace su verdugo. Lo que falta ahora es que, más temprano que tarde, se devuelvan los restos a sus familias y el Estado deje de invertir dinero en el mantenimiento de un mausoleo que representa el oprobio de una dictadura que se suma al resto de los sátrapas el siglo XX europeo.

Se avecina a una cadena de citas electorales que vamos a vivir, ya este otoño, sumidos en la política espectáculo y las ofertas por doquier. Pero, incluso para que la política espectáculo resulte eficaz, hace falta un Gobierno perfectamente coordinado y Sánchez está consintiendo que sus compañeras/os vayan por libre. Es imprescindible que se acaben las ocurrencias y los consiguientes desmentidos y rectificaciones si no quieren perder la recuperación de voto que reflejan las encuestas.

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