Opinión

Patriotismo

MIENTRAS Europa contiene la respiración ante el auge de la extrema derecha populista aquí estamos jugando a las apuestas sobre el crecimiento, supuestamente vertiginoso, de un partido xenófobo, machista y peligrosamente reaccionario como es Vox. Su crecimiento, lejos de unir a los demócratas, como sucedió en Francia ante la posible llegada de Le Pen a la presidencia de la Republica, ha provocado una histérica carrera por mimetizar sus ofertas y demostrar, tanto en el PP como en Ciudadanos, que para derechas ya están ellos. La última ha sido la oferta de Pablo Casado a Santiago Abascal de gobernar juntos si suman escaños.

Como las dos formaciones pueden no alcanzar la ansiada mayoría, quedaría por ver si Albert Rivera va a compartir también la mesa del Consejo de Ministros con Vox. Tras el desastre del pacto contra natura en Italia, donde la extrema derecha de Salvini y la extrema izquierda de Grillo han llevado a Italia a ser el principal riesgo de la UE a nivel económico y la estampa del deterioro democrático de la vieja Europa, cabe preguntarse si el cacareado patriotismo de los partidos constitucionalistas españoles no consiste, de verdad, en evitar un desastre semejante. Se comprende que prestigiosos medios de comunicación internacionales, claramente conservadores, alerten del riesgo de inestabilidad en España si se produce un crecimiento desmesurado de Vox. Porque una cosa es contar con sus votos para llegar a la Moncloa y otra, muy diferente, tener mando en plaza. O sea, entrar en el Gobierno. Para eso hay que aceptar parte de su programa electoral. ¿Con qué medidas de recorte de derechos está dispuesto a tragar el PP con tal de llegar a la Moncloa? ¿Derogar la ley de interrupción del embarazo, el matrimonio gay, cerrar las fronteras a la inmigración con muros, acabar con la laicidad del Estado, derogar la maltrecha Memoria Histórica, suprimir la equiparación salarial entre hombres y mujeres...? Se comprende perfectamente que los estudios sociológicos sobre el perfil de los votantes de Vox hablen de un setenta por ciento de varones de clase media y con empleo.

Evidentemente, son las mujeres las que más tienen que perder. Y conviene no engañarse, no solo las ‘feminazis’ (que, por cierto, ¿alguien conoce alguna?) sino todas. Incluso las que no se lo imaginan. La Transición fue un proceso modélico, seguido en muchos países que recuperaron la democracia después de sangrientas dictaduras. El prestigio de las instituciones españolas, que con tanto ahínco defendemos en Europa frente al desprestigio que ha querido vender el independentismo catalán, no se puede poner el almoneda por la ambición de cuatro dirigentes políticos dispuestos a llegar al poder a cualquier precio. Pedro Sánchez también ha ofrecido a Podemos compartir la Moncloa

¿Seguirá vistiendo Pablo Iglesias el traje de sesudo moderado con el que aparece en mítines y entrevistas o, una vez con la cartera en la mano, volverá a la conquista del cielo? ¿Se imaginan un Gobierno de Vox y Podemos? Pues el resto de fuerzas les están trillando el camino. Y, no será ahora, pero no lo descarten.

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