Opinión

Frenazo y marcha atrás

DESDE EL viernes pasado, quince de febrero, cuando Sánchez anunció la convocatoria de elecciones generales, hasta el veintiséis de mayo, fecha de las autonómicas y municipales, pasarán más de cien días. Puede que la clase política llegue exhausta a las urnas pero, sin duda, la ciudadanía le irá a la zaga. Dicen las estadísticas que en las dos semanas últimas, las que de verdad son campaña electoral, es cuando realmente muchos votantes deciden las siglas de su papeleta. Pero se da la circunstancia que este año esas fechas coinciden, precisamente, con la Semana Santa. Y, después de un bombardeo de dos meses de eslóganes, acusaciones varias, y ofertas imposibles, es más que probable que esas mini vacaciones de primavera se conviertan en una estampida general. Los dos grandes bloques en los que se ha configurado el panorama político: PP, Ciudadanos y Vox por un lado y PSOE y Podemos por otro, van a escenificar una campaña como las viejas del bipartidismo, pero esta vez en bloques. No les queda más remedio que preservar a los posibles compañeros de pacto de legislatura, e incluso de Gobierno. Los independentistas catalanes han quedado fuera de juego. Para la derecha "vade retro" y para la izquierda imposibles y gravosos compañeros de viaje. Eso sin contar las desavenencias internas entre Puigdemont/Torra y Junqueras. El apoyo del PNV, pragmáticos como son los nacionalistas vascos, dependerá de quien oferte mejores trasferencias a las saneadas cuentas de Euskadi. Aunque un 155 en Cataluña de larga duración, como el que anuncia Casado, removería las calles de Bilbao y San Sebastián bajo las pancartas abertzales. Las encuestas (sin contar las de Tezanos) reflejan buenos resultados para el PSOE si sabe vender el miedo a una "derecha cavernícola" que vuelve para arrasar con los castigados derechos sociales. El problema es que los malos datos de Podemos les dejarían a ambos en la oposición. Ya no se trata de ganar si no de encontrar socios con quien gobernar. Y, a día de hoy, el tripartito andaluz tiene más boletos. Otro que se ha quedado en tierra de nadie es Albert Rivera. La imagen de la plaza de Colón acabó definitivamente con su imagen de moderación. Pese a jugar al escondite para no hacerse la foto con Abascal, al final acabó cediendo y ahora no hay marcha atrás. Al margen de la animadversión y la inquina que se tienen él y Sánchez.Aunque en política ya se sabe que el odio y la amistad siempre están en función de los intereses y que el objetivo último es alcanzar el poder y vivir en la Moncloa. Pero antes de que ninguno de ellos llegue a ese Olimpo anhelado nos queda una larguísima campaña. Ármense de paciencia.

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