Hace tiempo pensaba pedir un año sabático en 2021 para huir de las invasiones xacobeas de Santiago. La pandemia aplazó la llegada de hordas de peregrinos extasiados, pero la tregua toca a su fin. Ocupada y saqueada, a la ciudad la doy ya por perdida. Solo queda capear con tensa resignación este secuestro, que tantos espacios públicos se ha cobrado ya, y rogar por que, al menos, respeten los espacios personales. Que tengan en cuenta que la calle se necesita para ir a sitios, que asuman que su euforia de voces y cánticos grupales no se contagia. Como clama Fran Lebowitz para Nueva York, que se imaginen que es una ciudad de verdad.
