Opinión

El futuro incierto del MIHL y el Museo de la Romanización

La imagen que acompaña este artículo corresponde al día del ingreso en la Academia Galega de Belas Artes de la artista lucense Mónica Alonso en el marco del MIHL, el museo interactivo de la ciudad de Lugo. Un entorno muy abandonado, nula señalización de la entrada al recinto, vehículos aparcados en el acceso y charcos que los invitados evitaban como podían para no llegar al acto con los zapatos empapados. Este era el panorama que cualquier visitante podía apreciar en esa destacada fecha para la cultura lucense. La imagen es muy expresiva de lo que sucede con el uso este importante museo de nuestra ciudad, icono arquitectónico de primera línea, merecedor de mejor suerte y de una mucho más amplia repercusión social que la que tiene en la actualidad, desconocido aún para muchos ciudadanos.

Es verdad que se habla mucho de los defectos constructivos del edificio y de sus problemas de mantenimiento, pero lo cierto es que este es uno de los edificios más bellos e importantes construidos en Galicia en las últimas décadas con la autoría de Nieto Sobejano, equipo de arquitectos que desarrollan una intensa y fecunda actividad profesional en todo el mundo, participando y ganando importantes concursos de obra pública, muchos relacionados con el paisaje y la ciudad histórica: El museo nacional de Escultura en Valladolid, el de Medina Al-zahara en Córdoba, el Arqueológico de Munich, el de las Vanguardias en Dresde, el museo de Bellas artes de Vannes en Francia o el de la Ciencia de Guangzhou en China son sólo algunos ejemplos.

Pero es, en el precioso museo enterrado de Graz en Austria , en el castillo de Kapfemburg en Alemania y en el MIHL de Lugo, donde experimentan con mayor intensidad el concepto del mundo soterrado que evoca sutilmente la idea de cueva, de la historia oculta a nuestra mirada, como metáfora de un paisaje y una cultura que «los habitantes de Lugo y de aquellas ciudades llevan grabados en su memoria», citando a sus autores. El resultado es esplendoroso, con un espacio acogedor y luminoso en su acceso y original y sorprendente en el resto, por la rareza arquitectónica y la gran complejidad y riqueza de sus mágicos espacios interiores.

No es fácil encontrar un uso adecuado para un edificio que perdió el sentido para el que fue concebido: explicar la historia de Lucus Augusti antes de visitar físicamente la ciudad histórica. Creo, sin embargo, que, ante tanta indefinición, debe explorarse la idea de reconvertirlo en el tan deseado y tan lejano Museo de la Romanización. Ello supondría una operación de cirugía urbana importante: la idea de desplazar el museo hacia esa zona norte implica la creación de una nueva centralidad que tensionando el eje Vello Cárcere - Museo Romano enriquezca la vida social y cultural de otra zona de la ciudad. Claro que eso debería suponer una relación más directa con el recinto amurallado, potenciando la relación entre la ciudad y el Parque de Frigsa, peatonalizando para ello todo el frente del espacio verde que limita con la avenida de La Coruña, eliminando el obsoleto cierre existente y convirtiendo Frigsa en un auténtico parque arqueológico con exposición de restos al aire libre que, a través de un itinerario paisajístico, didáctico y atractivo, conduzca al visitante hacia las profundidades de los restos de nuestro pasado, hallazgos que podría acoger el futuro museo. Para conseguir, en resumen, un amplio espacio verde, un área recreativa y cultural donde, incluso podrían recuperarse los antiguos y originales depósitos de agua como nuevos contenedores de obras de Arte, camino ya iniciado años atrás con alguna pieza escultórica al aire libre.

El presupuesto que se dedicaría, en un plazo indeterminado, a la rehabilitación de San Fernando (uff, que lejos lo vemos…) podría sustituirse por una drástica e inmediata intervención urbanística en toda el área del parque y sus vías colindantes, integrando de una forma más fluida el jardín y el museo en el entorno urbano, ampliando las zonas peatonalizadas con la intensidad y los acertados criterios que se siguen últimamente en el recinto intramuros y zonas próximas a la muralla.

Esta estupenda dotación, este lujoso cofre arquitectónico, tiene que ser necesariamente aprovechado con un uso adecuado al gasto público invertido en su momento (más de 10 millones de euros) y acorde a su gran calidad arquitectónica y a sus cualidades plásticas que evocan tan acertadamente ese mundo antiguo y misterioso que subyace en todas las ciudades históricas.

Comentarios