Opinión

Vistámoslas

YO CONOCÍ a Mabel Lozano como muchos de nosotros, en el papel de Reme en aquella serie de televisión Los Ladrones van a la Oficina. Después vendrían un montón de películas, más series de televisión, y sus actuaciones como presentadora en diversos programas como Noche de Fiesta y los especiales de Nochevieja.

Pero fue hace diez años cuando la descubrí en su mejor faceta, la de gran luchadora. Desde entonces enarbola la bandera de la defensa de los derechos humanos, denunciando la trata de personas y la compra-venta de mujeres y niñas. Y lo hacía esta vez, detrás de las cámaras. Dirigiendo documentales.

Este pasado viernes la asociación Mujeres en Igualdad, organizó en el Museo del Mar, en Vigo, la presentación de la última obra audiovisual de Mabel. Chicas Nuevas 24 horas. Me dejó sin palabras.

Me hizo recordar una investigación importante y muy cruda, en la que participé cuando era profesora del Departamento de Ciencia Política en la Universidad de Vigo, a principios de los años noventa. El objetivo de ese estudio fue el análisis de la incidencia de la prostitución en la franja fronteriza de Galicia y el Norte de Portugal. Un trabajo de campo entre las mujeres que son esclavizadas sexualmente, que cambió mi óptica de la vida.

Lo que me sigo preguntando es, ¿cómo se puede seguir en esa tesitura después de dos décadas? Se supone que la humanidad avanza, que todos tenemos un acceso universal a la educación y a la formación. Pues fíjense, en temas como este, vamos a peor.

Al finalizar la proyección se estableció un coloquio. Lo iniciaba la propia Mabel haciendo referencia a las mujeres que dieron su testimonio en la cinta tras haberse librado de ese infierno. Paraguayas, colombianas, peruanas, argentinas y brasileñas. Un horror que ella misma lo comparaba a lo sufrido por los judíos en los campos de exterminio.

Me cerqué a Mabel para felicitarla. Me impactó su fuerza y su dedicación absoluta para intentar poner freno a esta terrible lacra en la sociedad del siglo XXI. Para remover conciencias contra la explotación de seres humanos.

Pero lo que más me impactó, fue el testimonio en vivo de representantes de las 10 entidades sin ánimo de lucro que en Galicia, es decir, aquí en casa, se han tenido que constituir como Red Gallega contra la Trata. Terrible.

Muchas gracias a ACCEM, Adoratrices de Orense, Cáritas Lugo, Aliad-Utreira, Cáritas Orense, Cáritas Santiago, Ecos do Sur, Faraxa, Médicos del Mundo y las Oblatas de Ferrol, desde luego sin vosotros, estas personas no tendrían una vida digna.

Pues imagínense lectoras y lectores, el problema que tenemos en casa para que esta Red Gallega contra la Trata, recibiese este año una Medalla Castelao por su incesante y encomiable labor diaria con esta triste realidad.

Una triste realidad que ha dado apoyo a 21.000 personas que han tenido que ser atendidas en Galicia en estos últimos cinco años por esta causa. Sí, han leído bien 21.000 personas.

Y aunque a veces tiramos de las orejas a nuestros gobernantes, en este caso hay que felicitar a la Xunta de Galicia a través de Secretaría Xeral de Igualdade, heredera de aquel Instituto para a Promoción da Igualdade entre o Home e a Muller que encargó aquel estudio sobre la prostitución a la Universidad de Vigo.

Y hay que hacerlo por apoyar esta causa, a la Red Gallega contra la trata. No todos los gobiernos lo hacen. Y hay que pedirles que esos dos millones de euros que lleváis invertido en estos últimos años, al menos, se sigan manteniéndose y podamos entre todos dar solución a los casos que se nos presentan. Que son muchos.

Aprovecho este espacio de opinión dominical para pedir firmeza y decisión en la lucha contra esta pandemia, y no me cabe la menor duda, que cada uno de nosotros podemos aportar nuestro granito de arena. Porque es incalificable, que la demanda de carne humana siga siendo objeto de ocio y negocio de explotación sexual en pleno siglo XXI.

¿Qué hemos estado haciendo mal la sociedad en general? Habrá que hacer una reflexión de forma muy seria.

Denunciaba Mabel, que hay que tomar medidas en los países de origen, totalmente de acuerdo. Pues quiero que sepan, aunque nos parezca increíble, que el país de origen de muchas de estas personas atendidas en Galicia, es España.

Todas estas mujeres son engañadas con una promesa de trabajo que no existe. Son desposeídas de la propiedad de lo único te tienen,su cuerpo, y lo que es peor, de su alma.

Las desnudan. Y no sólo de ropa. Las despojan de derechos, de identidad, de pensamiento, de voluntad, de ilusión, de libertad y de dignidad humana.

Es difícil cambiar el mundo. Pero podemos empezar por el más próximo, el nuestro. Y a ellas, las que tenemos cerca, vistámoslas entre todos.

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