Opinión

Un gran banquete para los BAKU

TODO COMENZÓ hace mucho tiempo. Esto no es de ahora. La primera experiencia personal que tuve con la noticia de un desalojo por una amenaza de bomba de un grupo terrorista árabe, fue en París, en 1985. Yo estaba disfrutando, como muchos compañeros del Instituto Sánchez Cantón, de nuestra excursión de tercero de BUP. Y acercándonos a las inmediaciones de la torre Eiffel, recuerdo como si fuese hace un minuto, que retiraron de la cola a dos señores. Un árabe y un indú. A este último lo recuerdo de forma clara, ya que llevaba uno de esos tocados a modo de turbante. Ambos portaban unos maletines. Después de eso la visita discurrió con toda normalidad, eso sí, me invade en estos momentos la misma sensación de vértigo que en aquella situación.

También me viene a la mente en estos días convulsos, la imagen de una torre que se derrumbaba al tiempo que asistía impávida a la destrucción de la segunda. Era el 11 de septiembre del año 2001. Yo estaba comiendo con dos amigos en el Club Financiero de La Coruña, y nos dirigimos hacia la zona de la televisión ante los gritos de la gente que decía, ¡pero cómo puede ser que esté pasando esto!, ¡qué horror!. Pero aun faltaban más desgracias. Imborrable aquel 11 de marzo de 2004 donde nos despertábamos a la fuerza, desayunando entre tazas de lágrimas y tostadas de desesperanza, y terror. Terribles la imágenes del asesinato vil de aquel militar degollado en las calles de Londres. Terroríficos los asesinatos de Charlie Hebdo. Heróico, el aborto de matanza planeada en el tren de Ámsterdan –París. Respecto a lo ocurrido pasado viernes en París, no encuentro calificativo, como tampoco para lo que pasó hace dos días en Mali. Por desgracia, esto no es sólo aquí. Son absolutamente espeluznantes las carnicerías practicadas a diario por los miembros del DAESH en Siria, y zonas colindantes; el exterminio al que tienen sometidos a los cristianos y a todos aquellos que aún siendo hermanos en la fé musulmana, no comulgan con sus tesis descerebradas; tampoco las demoníacas ejecuciones on line de rehenes de todas las nacionalidades. Y todo ello sin respetar absolutamente nada. ¡¿Hasta cuándo?.!. Hay que tomar cartas en el asunto ya, pero ¡ya!. No seré yo quien manifieste mi opinión, que la tengo, no soy quien; pero hay que contar con muchos actores y escenarios varios, y de forma muy concienzuda. Para ello están los especialistas en estrategia, diplomática y militar y de inteligencia, los mejores, que los tenemos.

Lo que no me cabe la menor duda, y desde aquí los felicito, por el arduo, continuo, meticuloso y silencioso trabajo que están desarrollando, y me consta, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado español, así como a todos y cada uno de los que componen nuestras ejemplares Fuerzas Armadas. Sin ellos no podríamos ir a dormir de la manera que lo hacemos cada noche. Nos cuidan, mucho y bien. Desde aquí gracias a todos, sin excepción. Pero no quiero hablar de miedo, quiero hablar de esperanza y de posibilidad de un cambio de escenario, ¿por qué no?. Y lo voy a hacer a través de recordar una de mis canciones favoritas. Ya la he citado en alguno que otro artículo y aquí me parece de obligada reflexión. Discurría el año 1985, y Gordon Matthew Thomas Sumner , más conocido por Sting, ex miembro le grupo musical Police, publicaba su primer disco como solista. Y lo hacía, con el avance de un single absolutamente espectacular. Dejaba claro su repudio a la Guerra Fría, y a aquel odio exacerbado entre rusos y americanos, que con una puja ante quien ostentaba el mayor poder de tenencia de armas nucleares, dirigía a la Humanidad a un exterminio con sólo apretar un botón. Russians, era el título de esa maravillosa obra de arte hecha canción. En una de sus estrofas entonaba una frase que me quedó grabada a fuego en mi cabeza, “i hope the russians love their children too”, espero que los rusos amen también a sus hijos”.

Pues gracias a Dios, los rusos amaron a sus hijos y los americanos también. Y fíjense, hoy están juntos en esta lucha para parar los pies a los miembros del DAESH. Espero que estos especímenes que ni respetan a sus madres, porque son mujeres, al menos tomen conciencia de sus hijos. No va a ser tarea fácil, porque estos seres están viviendo una situación de “muertos vivientes”, preparada tras su reclutamiento por unos incalificables líderes que les han aleccionado a la más pura tradición nazi. Espero que despierten o alguien les haga despertar de ese sueño que les han hecho creer que existe y es maravilloso. En primer lugar sólo es un sueño, y en segundo, es un mal sueño. Pues voy a tirar de un mito originalmente chino, los Baku. Esos seres benignos y que entran en el subconsciente y se comen las pesadillas y los malos espíritus que en ellas habitan y actúan. Independientemente de las acciones que se tomen en la vida real, que ya están tardando y que no van a ser fáciles de asimilar, y que nos traerán dolor a todos los países de bien; hago una llamada a los Baku, para que entren en los sueños y en las mentes de estas bestias inmundas que son los miembros de DAESH. Ojalá que lleguen a tiempo, y puedan devorar todas esas visones e intenciones malignas. Queridos BAKU, intentadlo, yo os invito a un gran banquete. Espero qué tengáis mucha hambre.

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