Opinión

Resurrección

HOY ES domingo de Resurrección, de renovación. Desde aquí invito a todos a hacer un ejercicio de reflexión interna y aprovechar esta oportunidad, ya que tal y como están las cosas, todos tenemos el deber de aportar lo necesario, y procurar que lo que ha ocurrido esta semana no vuelva a suceder.

El martes a las ocho y veinte de la mañana, como desde hace ya unos años, comenzaba mi participación en el faladoiro de Galicia por Diante en la Radio Galega. Les puedo asegurar que todos los compañeros hemos vivido en directo muchas noticias impactantes, pero como este martes ninguna.

Comenzaban nuestras intervenciones cuando el director interrumpió y dio la fatídica noticia del atentado yihadista en el aeropuerto de Zaventem, en Bruselas. Después cortaría dos veces más; una el desalojo masivo de los edificios de las instituciones Europeas, y la otra, como consecuencia de la explosión en la estación del metro de Maelbeek.

Fue una hora interminable, sobre todo para los que teníamos amigos allí y no lográbamos contactar con ellos.

Tras estas noticias las redes sociales alcanzaron su punto de ebullición de forma muy análoga a la acontecida cuando los atentados de París. Todo humano de bien se solidarizaba con las personas asesinadas, los heridos, sus familias, los ciudadanos de Bruselas y Bélgica; y por supuesto condenaban enérgicamente la barbarie de estos incalificables de Daesh.

Pero no todo iba en esa línea, y por eso quiero manifestar mi desacuerdo y mi denuncia ante muchas de las publicaciones que no condenaban de forma contundente lo tristemente sucedido. A través de Facebook y Twitter, según la información que me proporcionaron sus perfiles, muchos españolitos nacidos en democracia, es decir tras 1978, emitían opiniones de doble filo al respecto.

Para mi no es de recibo que personas formadas, informadas y miembros de una sociedad democrática como la española, se prestasen a hacer manifestaciones que llevan al equívoco, montajes fotográficos y slogans de lo más deleznable.

Por si esto no fuese suficiente, y para poner la guinda al pastel del despropósito, algún que otro representante púbico de esta nueva política alzaba su voz poniendo en tela de juicio la condena absoluta al terror. Y mientras ellos hacían eso a través de las redes sociales, sus jefes mantenían la posición de no formar parte del Pacto Antiyihadista, reunido aquel mismo día por la tarde. Inconcebible.

Yo aun estoy esperando un retracto oficial de esas declaraciones, porque algunos de los que dicen defender al pueblo y a las libertades de las personas por encima de todo, están cuando menos, alimentando un caldo de cultivo sobre la perpetración de asesinatos, y eso es más que grave.

Porque puedo llegar a entender la manipulación de la gente cuando vive en guetos o en sociedades antidemocráticas, pero lo que está pasando en España no.

Hasta donde mi información contrastada llega, los guerrilleros de la yihad, son gente de estratos sociales marginados, sometidos a un régimen de absoluto fanatismo, siendo así un ca´do de cultivo fácil para alimentar las filas de Daesh.

Los yihadistas son engañados desde el primer momento de su captación y guiados a un estremecedor final. El único propósito real en toda esta barbarie orquestada por sus abominables líderes, es la muerte a discreción de inocentes.

Hecho ese reclutamiento y una vez cumplido ese trámite de aceptación, los nuevos miembros son trasladados a zonas de Siria o Irak.

Allí son adiestrados en artes de combate, preparación de explosivos, uso de las armas, etc; al mismo tiempo que son tratados con drogas y sometidos como rebaños a sabe qué experimentos mentales, para lavarles sus ya afectados cerebros y convertirles en unos fanáticos que deben inmolarse por la causa, ya que les espera una vida mejor llena de sexo y riqueza, cosas materiales las cuales no pueden obtener en su vida actual. Terrible.

La Historia en su discurrir, ejemplos nos ha dado de líderes sin alma que ejercían este tipo de prácticas. Pero en pleno siglo XXI, ¿cómo puede haber personas de este calibre, y cómo se ha podido llegar a esta situación, en donde jóvenes son convencidos para formar parte de las hordas de Daesh?.

Hay que analizar qué es lo que se ha hecho mal o se sigue haciendo mal, y bajo mi humilde opinión, los gobiernos tienen mucha culpa de ello, bien por excesiva permisividad y buenismo, bien por un proceder errático con demasiada rapidez en la solución de conflictos, bien por no tratar la cuestión educacional como un todo. Todas estas posibilidades, están sustentadas por la velocidad de vértigo que marcan las opiniones emitidas a través de las redes sociales, y eso es un peligro.

Pero el mayor de todos ellos, a mi juicio, es el de la falta de consistencia del sistema de educación hoy día. Ahí está el quid de la cuestión. Hay que formar ciudadanos en la libertad, la diversidad y la universalidad, no autómatas en versión adaptada al gobierno de turno. Y de eso por desgracia, ya conocemos ejemplos como los de las dictaduras comunistas, los nazis y ahora Daesh.

Porque aunque es cierto que hay que atajar los problemas de una forma contundente, los distintos gobiernos a nivel mundial, parecen ir más en el planteamiento de la solución drástica ad hoc, que en tomar en demasiada consideración sus resultados a medio largo plazo. Eso, señoras y señores gobernantes, es pan para hoy y hambre para mañana.

A mi me encanta la obra de Ortega y Gasset, y traigo aquí dos conceptualizaciones que bien podrían ser tomadas en cuenta hoy día en el proceder diario de los responsables de dirigir países democráticos.

Desde la humildad, pero sabiendo el interés que les pueden suscitar para la solución de sus problemas, les diría que paren y reflexionen en algo tan significativo y actual como lo son la razón vital y la razón histórica.

La razón vital, pone de manifiesto que todas las dimensiones cognoscitivas del hombre (razón, entendimiento, memoria, imaginación) y las construcciones a las que dan lugar (el mundo de la cultura, de la ciencia, la filosofía,...) están trabadas con la vida.

La razón histórica, indica que”la teoría tiene su comienzo y sus raíces esenciales en la vida. La teoría es vida; pero,a la vez, no se puede vivir sin teorizar”. Además de Ortega ésto mismo dijo a sus jueces Sócrates hace más de dos mil años.

No debemos permanecer ajenos a los valores que han construido los férreos pilares a lo largo de la Historia y que nos han traído hasta aquí, y debemos tomar nota a la hora de conjugar la teoría y práctica de la vida, aunque tengan que llevar su tiempo.

Mientras tanto, aprovechemos el nuestro, y hagamos cuanto antes un necesario ejercicio de renovación o resurrección!

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