Opinión

Quijotes

"En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor..."

Así comienza la obra maestra de la Historia de la literatura que escribía Don Miguel de Cervantes y Saavedra hace ya cuatro siglos, los mismos que de su muerte un día 22 de abril de 1616, en cuyo aniversario estamos inmersos.

Yo que si leí el Quijote, aunque hace muchísimo tiempo, soy muy fan de los que dicen que en España somos un poco "quijotes".

Y aunque no seré yo quien me atreva a hacer un análisis sociológico de esa obra maestra, porque no es nada fácil, sí me atrevo a decir que entre las miles de enseñanzas que nos regala ese libro, lo que sí se puede extraer es el fiel reflejo de la personalidad del español, que 400 años después no ha variado en demasía. Si a ello le añadimos la magistral forma de contarlo a través de un hidalgo loco y decadente, acompañado de un criado regordete e ingenioso..., gran ejemplo nos dejó en herencia el escritor.

Pues hablando de aniversarios y de quijotes, esta semana se cumplían 85 años de la proclamación de la II República española (14 de abril de 1931) y, como de costumbre, algunos villanos jugaron a ser héroes por un día abanderando causas que hoy y ante la legalidad vigente, no tienen cabida.

En la inmensa mayoría de los países del mundo, sean del color político que sean, sus ciudadanos están orgullosos de pertenecer al suyo, y enarbolan ufanos un símbolo de representación simbólica como es su bandera. Es evidente que lo pueden hacer en mayor o en menor grado de entusiasmo, pero el respeto a la enseña nacional está por encima de convicciones partidistas.

Pero como siempre, en España «erre que erre», y algunos aprovechan cualquier situación para sacar los pies del tiesto.

Este pasado jueves día 14 nos encontramos con unos episodios absolutamente fuera de lugar. La bandera tricolor se izaba en los mástiles de varios ayuntamientos a lo largo de nuestra geografía; Alicante, Xirivella, Paterna, Cádiz, Ayamonte, Sant Boi de Llobregat, Valencia, etc., izados acompasados por gobiernos corales acompañados de cantantes que entonaban el himno de Riego. Vergonzosa actitud cuando representan a todo un pueblo.

A ver si nos hacemos a la idea.

Nuestra bandera, la roja y gualda, no ha sido un capricho del régimen político que se estableció en España tras la terrible Guerra Civil Española, para sustituir la tricolor de la II República. Eso no es así.

La actual bandera de España, conocida popularmente como la "rojigualda", nació bajo el reinado de Carlos III el 28 de mayo de 1785, aunque no fue impuesta como bandera nacional hasta 1843, cuando Isabel II reinaba.

Quiero añadir, que el uso de la "rojigualda" se extendió entre el pueblo a partir de 1808 dada la explosión del sentimiento patriótico durante la Guerra de Independencia, también para las banderas de enganche de voluntarios y esos mismos colores fueron oficializados en las Cortes de Cádiz y en la milicia nacional.

Por si esto no fuese poco, todo está escrito y legislad pero claro, en este país parece que saltarse a la torera la normativa vigente sobre este tipo de actuaciones te hace ser más progre o guay. ¡Ya está bien!

La presencia de la bandera de España en edificios públicos (público quiere decir de todos) tiene la fundamentación legal de su uso en el artículo 3 de la Ley 39/1981, de 28 de octubre, además de estar refrendada, por ejemplo, por la sentencia del Tribunal Supremo del 24 de julio de 2007 que aclara: "La bandera debe ondear diariamente con carácter de permanencia, no de coyuntura, no de excepcionalidad sino de generalidad y en todo momento".

Dicho lo cual y, en mi humilde opinión, me parece una vergüenza lo que ha pasado esta semana.

La Historia de España está ahí. Es nuestro derecho y nuestro deber conocerla, con amplitud de miras, sin acritud, sin rencor y en toda su compleja generalidad.

Actuaciones como estas no hacen si no volver a abrir viejas heridas que cicatrizaron con el esfuerzo, el sacrificio y la generosidad de los que nos precedieron.

Ahí tenemos el mejor ejemplo, la Constitución Española de 1978; que, por cierto, describe a la bandera de España "Artículo 4. 1. La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas".

En este momento más que nunca, todos aquellos que tengamos la oportunidad de poder dar información es de obligado cumplimiento que lo hagamos sin sesgos; y en el caso de representantes públicos y es de imperiosa necesidad que antepongan los intereses generales, practicar y respetar la Ley, dejando la querencia personal o partidaria a un lado.

Se lo dice una persona que el pasado dejó en su familia desgracias por partida doble en el cambio de la bandera tricolor a la previamente existente rojigualda, en aquel horroroso y triste episodio de la Historia de España.

Los míos me han educado con la intención de mirar hacia el futuro, de estar orgullosa de mi país, de mi gente y de mi bandera, pido abiertamente que hagamos un ejercicio de responsabilidad común.

Creo que a estas alturas del año 2016 debemos aunar voluntades de una vez, pasar esa página de la Historia España y empezar a escribir una nueva.

Yo del Quijote me quedo con la visión que Miguel de Cervantes dejó escrita sobre el "homo hispanicus", esfuerzo, coraje, ímpetu, fe apasionada y enérgica, intensidad imaginativa e ideas que se tornan en ideales. Esto es lo que a los españoles nos une, aprovechémoslo.

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