Opinión

Por el momento, ¡está estupenda!

TIENE TAN solo 38 años. No hagamos que engorde ni adelgace, no le exijamos retoques innecesarios siguiendo la moda del culto al cuerpo y a la imagen, lo que realmente importa es su fondo, y por el momento está estupenda, aunque el paso del tiempo nos muestre que ya no es perfecta.

No me refiero a ninguna persona, me refiero a nuestra Constitución Española de 1978, que parece haber caído en las redes de un grupo de personas obcecadas, más en los cambios estéticos adecuados a una moda que no corresponde con el tiempo ni la estación en la que estamos inmersos.

Es verdad que la España de 2016 no es igual a la de 1978, claro que no, y que la morfología y la sintaxis empleada por los redactores de la Carta Magna puede llevar a equívocos. Pero es necesario resaltar que la praxis de "café para todos" tan necesaria en la época que fue escrita entraña términos más necesarios de un análisis semiótico que político; aunque ello no nos debe desviar de la dirección actual, y sinceramente, si se hace un análisis profundo de su contenido, y ponemos en práctica todos los preceptos que dan cuerpo a la Ley de Leyes, no es tan necesario su cambio como su aplicación con contundencia.

Es triste que algunos sigan empecinados en argucias electorales para seguir en el candelero y sobrevivir agarrados a sus poltronas, en vez de pensar en el bien común de todos los españoles.

Es triste que algunos sigan empecinados en argucias electorales para seguir en el candelero y sobrevivir agarrados a sus poltronas, en vez de pensar en el bien común de todos los españoles


Esos mismos con intenciones partidistas pretenden confundir a la sociedad con términos como el de nación, cuando efectivamente, España es una nación política constituida por comunidades culturales con peculiaridades idiomáticas, étnicas, gastronómicas, climáticas, tradiciones e historia, y quizá desde un punto de vista de la filosofía política pudieran denominarse naciones culturales; pero cuidado, ya que cuando esa idea se lleva al extremo, como por ejemplo en el caso de Cataluña, se puede caer en la práctica más negativa del concepto tan debatido en las Ciencias Sociales, y llegar al punto de esta idea de nación como sustento de un Estado adaptado a las necesidades de una agrupación política contraría a una verdadera democracia, porque es entonces cuando el concepto de nación es discriminatorio, intolerante y falto de solidaridad. Hagamos memoria, y recordemos algunos ejemplos de este concepto de nación, que no son otros que los del nacionalsocialismo alemán o el fascismo italiano. Ahí lo dejo para una importante reflexión.

Nuestra Constitución Española de 1978 aun tiene mucho que decir . En su substrato, aparentemente desconocido por esos que tanto jalean la necesidad de cambio o por los que temen aceptar unos posibles planteamientos federalistas; decirles en primer lugar, que aun tiene mucho que desarrollar, y en segundo lugar, que existen Länder alemanes que no tienen tanta competencia transferida por el Estado Federal por excelencia en nuestro entorno, como tienen muchas de nuestras Comunidades Autónomas.

Pero claro, en estos días qué vivimos es mucho más vendible el mediático tweet de turno, o el lanzamiento de un slogan impactante para generar una moda, y ambos tienen tan poca consistencia, como los cambios constitucionales a medida que enarbolan un grupo de murmuradores que lo único que buscan es colocar su producto en el "top ten" como si dirigieran su intención a la de los compulsivos compradores en un día de grandes ofertas, como si de una web del Black Friday se tratara.

En mi humilde opinión contraria a la reforma de la Constitución en este momento, aun suponiendo que estuviese justificada, difícil tarea me parece, ya que habría que ponerse de acuerdo si es un simple retoque o una transformación de gran calado.

Sinceramente ese acuerdo no lo veo posible en la actualidad, sin ir más lejos, porque los que más ruido hacen, se ocultan tras un silencio sepulcral cuando se trata de dar argumentos serios y contundentes sobre lo que pretenden.

Con todo lo expuesto hasta aquí, y aun sin dejar de lado la posible necesidad futura de un cambio constitucional, yo me planteo, ¿no tenemos actualmente en España problemas más importantes que abordar y que nos atañen al español de a pié que éste?, sinceramente creo que sí, y que por ello yo abogo por decir que nuestra Ley de Leyes, y sin caer en la frivolidad del término, que por el momento, está estupenda.

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