Opinión

¡Orgullosos de ti, Campeón!

LOS CAMPEONES han sido desde siempre aquellos que han luchado o peleado tanto en el campo de batalla como en la arena, y no menos vas a ser tú; que te bates en el agua, en la arena y sobre la bicicleta como si en un caballo acudieses a la batalla. Cada batalla a la que sólo los que están destinados a la Gloria, afronta como tú lo haces. ¡Felicidades CAMPEÓN Javier Gómez Noya!.

Desde los tiempos más remotos ya se decía que el destino estaba escrito, pero fueron los filósofos clásicos los que lo relacionarían con la teoría de la causalidad . Querido y admirado Javier; el tesón, el afán de superación, la fe en ti mismo y el espíritu de sacrificio que profesas, te ha llevado, me imagino que no exento de sufrimientos, a lo más alto.

“Cuando se realiza actividad física de forma regular la velocidad de reacción y la toma de decisiones es mejor”, esto me decía una de las mejores cabezas multidisciplinares que conozco, el señor Alcalde Robles, deportista de pro y hace años entrenador del equipo militar nacional de maratón. Y me lo explicaba de manera sencilla, dando forma a la tesina que había hecho cuando estudiaba el master en Psicología Deportiva.

No debe ser nada fácil hacer lo que tú haces, conjugar cuerpo y mente, sobre todo a la hora de tomar decisiones que en décimas de segundo te llevan al podium o te alejan de él. Y ya no sólo por eso, si no porque es ahí donde te juegas todo el esfuerzo de casi toda una vida.

A los 11 años Javier eligió la natación frente al fútbol. Y lo hizo a la misma edad que comenzaba la forja de los grandes atletas en la Grecia Antigua con su ingreso en la palestra. Pero no sería hasta los 15 años su debut en el triatlón olímpico, también en esta edad coincide con la de los atletas clásicos que abandonaban la palestra y entraban en el gimnasio.

Las cosas comenzaron a complicarse, y Javier se encuentra con un problema administrativo muy difícil de solventar. Un problema con la renovación de su licencia causada por un problema se salud, una anomalía cardíaca.

Pero él no dejó de pelear. Sin abandonar la competición, y apoyado por los suyos y por especialistas en cardiología de todo el mundo, vuelve a recuperar su licencia. Y esto sucedía a la edad de 20 años, edad a la que los atletas griegos finalizaban su formación y ya podían participar en los Juegos Olímpicos.

¿Casualidad?, ¿causalidad?, ¿destino escrito?, la verdad es que en ese año Gómez Noya acude a Nueva Zelanda y gana la competición.

Desde entonces, y además de un palmarés digno de los habitantes del Olimpo, el tres veces campeón de Europa, plata Olímpica y cinco veces campeón del mundo; no hace sino escribir su nombre con letras de CAMPEÓN.

En un momento donde triunfar es ser tronista en algún programa de degradación de género, ser habitante de una casa en Guadalix, de la sinvergüencería, de la corrupción y de lo fácil, nos encontramos con un ejemplo a seguir. Y menudo ejemplo grandioso.

Solo hay una cosa que se te ha resistido, tal y como decían los filósofos porque no dependía solo de ti. El pasado año quedaba a las puertas del premio, entonces Príncipe de Asturias del Deporte.

Os pido a todos desde aquí y con contundencia, que avalemos, firmemos y apoyemos la candidatura del atleta más grande de toda la historia del deporte español y uno de los mejores del mundo para los que hoy ya se llaman Princesa de Asturias. ¡Orgullosos de ti, CAMPEÓN!

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