Opinión

Ence-ndidos

VERÁN, LO voy a manifestar públicamente, ya que hasta ahora nunca lo había hecho.

No me gusta nada, es más, preferiría que ese dragón echa humos malolientes (aunque cada vez menos, también hay que decirlo) que está situado en Lourizán, no estuviera ahí. Siempre lo he mantenido, pero llegado a este punto y hora, no puedo dejar de manifestar mi opinión sobre lo que está pasando.

El pasado lunes nos sorprendía la noticia publicada en diversos medios, como el Diario de Pontevedra, en la cual nos contaban que el Gobierno en funciones le da el visto bueno a la prórroga de 60 años a Ence en la ría de Pontevedra, a pesar del rechazo de partidos políticos y asociaciones locales y ecologistas.

Las conciencias, las gargantas y las falsas morales se Ence-ndieron, y hemos podido ver a lo largo de esta semana como se revolvían, y montaban en cólera, además de dejarse acompañar por fanfarrias varias y pasacalles de lo más demodè.

Por si esto fuese poco, utilizaron el balcón de la casa consistorial, es decir, de todos los vecinos y vecinas de Pontevedra para manifestar el parecer de sólo una parte.

Yo no soy falsa ni predico moralina, quizás ese sea uno de mis mayores defectos o virtudes, según se vea, pero voy con la verdad por delante y por eso voy a analizar para ustedes, si me lo permiten, con humildad pero con mucha contundencia, la entradilla de la noticia de la permanencia de Ence en Pontevedra.

En primer lugar, los protestandos se levantaban farrucos, condenando una acción del gobierno en funciones como ilegal. A ver, yo ya no sé cómo decirlo, o cómo explicarlo es bien sencillo.

Les remito a todos, especialmente a ellos, al Título IV de la Ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno. Porque en España como estado democrático y dónde impera la ley, todo está regulado.

En esta ley, al gobierno en funciones única y exclusivamente se le prohibe: proponer al Rey la disolución de alguna de las cámaras, o de las Cortes Generales en su conjunto; plantear la cuestión de confianza; proponer al rey la convocatoria de un referéndum consultivo; aprobar los Presupuestos Generales del Estado y presentar proyectos de ley en las Cortes Generales.

Es decir, el Gobierno cesante continua en funciones hasta la toma de posesión del nuevo Gobierno con las limitaciones citadas en el párrafo anterior, dicho lo cual. El Gobierno en funciones sigue funcionando.

Así, ejercerá su gestión dirigiéndola al despacho ordinario de los asuntos públicos, absteniéndose de adoptar, salvo casos de urgencia debidamente acreditados o por razones de interés general cuya acreditación expresa así lo justifique, cualesquiera otras medidas.

Y esto es lo que ha pasado con esta decisión, que obedece a una resolución del Ministerio de Medioambiente en el marco de un procedimiento administrativo que ahora toca a su final.

Por cierto, la autorización ambiental que fue certificada positivamente por parte de los técnicos de la Xunta, previo informe solicitado por el Estado, data de 2008. Recordemos pues, quien gobernaba en esa época en Galicia y en España. Tampoco nos olvidemos que eran socios de gobierno en el ayuntamiento de Pontevedra, es lo justo, ¿no?.

En segundo lugar, los protestandos que abanderan su desaparición, llevan veinte años instalados en el gobierno municipal, y yo me pregunto, ¿por qué ya que protestan, que están en su derecho, no han buscado una solución factible al problema?.

Es muy fácil decir que no se quiere Ence en la ría, y que se vaya, pero, ¿dónde está esa otra propuesta que los que dirigen los destinos de ese ayuntamiento deberían tener en la recámara?.

Porque lo que está claro, es que con el nivel de paro que hay en esta ciudad, aunque a mí no me guste ahí esa fábrica, menos me gusta que las personas se queden sin trabajo, especialmente mis vecinos, y que esto repercuta directa o indirectamente en empresas auxiliares, comercio, hostelería…etc., es decir, cada una de esas empresas y autónomos que cada día abren su negocio, a duras penas, arriesgándose y ayudando a levantar Pontevedra.

Por ello lo que, a mi humilde juicio hay que hacer ahora, es estar "ojo avizor" con los compromisos medioambientales, de permanencia del trabajo actual y futuro, además de las inversiones previstas. Hay que preocuparse por la gente, y en serio. No debemos quedarnos en números, nada más, porque detrás de cada uno de esos casi 5000 puestos de trabajo, que directa e indirectamente dependen de Ence, hay una persona y una familia, y a ellos hay que protegerlos.

Por eso debemos de aunar esfuerzos en lo que nos une, no en lo que nos separa.

Y Ence-nder una llama de esperanza en la creación de empleo, instalación de empresas, cumplimiento de las normas medioambientales, y que Pontevedra sea la ciudad importante y de buena calidad de vida que se merece. ¡Por Pontevedra! Mi ciudad y mi gente.

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