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Cuadrando círculos

Hay dos maneras de buscar la cuadratura del círculo: una de ellas ya la conté una vez, pero la vuelvo a contar. Es la que logró Diego López González de la Peña , natural de Pontevedra  y residente en  Lima . El hombre era aficionado a las matemáticas y un buen día supo que la Academia de las Ciencias de París había convocado un premio muy bien dotado para quien consiguiera la cuadratura del círculo. Según la Wikipedia, "se denomina cuadratura del círculo al problema matemático, irresoluble de geometría, consistente en hallar -con sólo regla y compás- un cuadrado que posea un área que sea igual a la de un círculo dado".

Bien, pues Diego López González de la Peña, que se describía a sí mismo como "Alcides de la geografía y monstruo de las matemáticas", abandonó su trabajo, descuidó a su familia y se puso a buscar la resolución del problema, hasta que un día lo logró, allá por el año de 1790. El caso es que nadie se lo creyó. Se recorrió Lima tratando de enseñar su solución y todos lo tomaron por loco, igual porque lo estaba. Reclamó su premio millonario a la Academia de las Ciencias y no recibió respuesta. Desesperado, pidió la intermediación del virrey de Perú , otro gallego, Francisco Gil y Lemos , que igualmente ignoró a nuestro matemático.

El buen hombre murió con más de ochenta años. Su hija y heredera, al comprobar que papi había dilapidado su herencia en aquella tontería, indignada, quemó todos los papeles de papi, sus cálculos, su demostración de la cuadratura del círculo, sus reglas y sus compases. Propuse en su día, y vuelvo a hacerlo, que se le reconozca a nuestro pontevedrés el mérito, bien que estas cosas a título póstumo de nada sirven al homenajeado.

La otra manera de cuadrar un círculo es la que intentará a partir de la noche del 24 de mayo otro pontevedrés, Mariano Rajoy . España se le va a convertir en un inmenso círculo imposible de cuadrar por muy grandes que sean su regla y su compás. Como Diego López, Rajoy buscará una solución para intentar gobernar en todos los municipios y en todas las comunidades en las que ganará, que serán muchos y muchas, pero sin mayoría absoluta, que serán casi todos y todas. Rajoy creerá haber resuelto el problema y lo presentará a todos, empezando por Albert Rivera . Está por ver si alguien le hace caso.

Como Diego López, Rajoy ha descuidado a su familia (a la familia de su partido, entiéndase), y ha dilapidado la herencia de sus sucesores (vuélvase a entender). Puede que ellos, como la hija de nuestro matemático, se dediquen entonces a quemar su solución, sus compases y sus reglas. Algunos, de hecho, ya tienen en una mano una lata con gasolina y un mechero en la otra.

"Allá donde no tengamos mayoría absoluta será el caos", es el mensaje que vienen transmitiendo por todas partes. Y tienen razón. Será el caos para ellos. España no necesita al PP, como no necesita a ningún otro. Quiero decir a ningún otro en concreto. «Lo que vote el pueblo, bien votado estará», me dijo un día Pedro Puy , que además de ser una obviedad, es la obviedad más sensata que me ha dicho jamás un político. Ellos son tan necesarios como el pueblo decida que lo sean, ni un poco más ni un poco menos.

Cuadrar el círculo político no solamente puede ser imposible, sino innecesario. No hace ninguna falta un pacto global para cuadrar el círculo español, entre otras cosas porque un pacto PP-C’s, por ejemplo, no alcanzará para formar gobierno en muchos sitios, como tampoco un pacto PSOE-C’s o PSOE-Podemos. Cualquier pacto nacional será pernicioso. Lo óptimo sería que allá donde los resultados exijan un acuerdo, se hagan números, se valoren opciones, se interprete la voluntad del pueblo, se negocie y se alcance un pacto. Que traten de cuadrar cada círculo en cada alcaldía y no busquen el gran acuerdo nacional que no pedirán los electores.

No sucederá, porque la propuesta es ingenua. Lo que sucederá será que Rajoy, como el pontevedrés Diego López, tratará de demostrar que es capaz de cuadrar el círculo de España . Lo mismo hará Pedro Sánchez , y tanto Pablo Iglesias como Albert Rivera ayudarán a conformar dos bandos como los que ya existen, de tal manera que la estrategia de Lampedusa prevalecerá. Todo cambiará para que no cambie nada.

Lo mejor que nos puede pasar a todos es que nadie haga caso a nadie que proponga la cuadratura del círculo nacional. Si finalmente el bipartidismo salta por los aires no será para que uno de los dos grandes partidos busque una alianza nacional con uno de los dos emergentes. Si lo que los votantes eligen es que nada vuelva a ser igual, cúmplase su voluntad. Lo que ocurrirá, no obstante, es que bajo la excusa de que la voluntad popular se expresa otorgando representación, todo aquello que hagan los representantes de la voluntad popular, estará bien hecho. Pues no lo sé, pero no lo creo. La voluntad popular salta por la ventana en cuanto el PP o el PSOE entran por la puerta. Ésa es la historia de nuestra vida.

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