EL capitán Alfred Dreyfus fue injustamente sentenciado a prisión por alta traición en el siglo XIX en Francia, era mentira pero el Estado Mayor se negó revisar el caso. Hasta que entró en escena Émile Zola, quien publicó en Le Figaro la carta Yo acuso. Más de un siglo después, y en formato audiovisual, Rocío Carrasco entonó su particular Yo acuso. Famosa de nacimiento, guardó silencio más de 20 años, perdió a sus hijos, se encerró en su casa e intentó suicidarse. Su monstruo, su exmarido Antonio David Flores. España, después de su tremebunda entrevista —que vi y me puso los pelos como escarpias—, sentenció: él es culpable. Ahora falta que lo diga la Justicia, y eso está por ver.
