Opinión

Okupas de mis derechos

Como te caiga un okupa en tu casa estás jodid@, y perdonen la crudeza de la expresión, pero es lo que dice la ley. Usted puede estar sin pagar en una vivienda que no es la suya, y no lo pueden echar. Así es la vida, hasta que los políticos decidan atajar este asunto tan sangrante.

Los okupas saben latín, hebreo y suajili, conocen sus derechos mejor que muchos abogados, a los que recurren por cierto para asesorarse. No tienen dinero para pagar al casero, pero sí a un letrado. Manda huevos, que diría Trillo.

En cosa de unos meses he conocido el caso de dos personas que aprecio que las están pasando –o las han pasado– canutas por culpa de okupas profesionales. Sí, sí, profesionales.

Una está inmersa en una batalla legal para poder echar a una okupa, de poco más de 20 años, que lleva dos años viviendo de bicoca y que demostró hasta chulería al ser requerida para abandonar el piso. ¡Ni que fuese Gran Hermano!

Ahí sigue la dueña, fastidiadísima —voy a ser más fina—, esperando una resolución judicial que obligue a la susodicha a abandonar la casa. Luego ya veremos cómo se la encuentra.

Esa es otra: l@s hay —no son solo jovencitos, los hay bien tulliditos— que una vez que se avienen a dejar la vivienda en litigio, entran y se la encuentran echa unos zorros. Sin colchones, sin alfombra y echa una mierda, literalmente.

Y, por cierto, el dinero del arrendamiento a veces sirve para pagar la hipoteca, así que obvien ese discurso de que todos los que alquilan es porque están forrados y son unos terratenientes.

Y, miren lo que les digo, aunque lo fuesen. Esas casas, pisos o chalés son suyos. Conozco a personas que tienen más de dos, tres y cuatro pisos, que los han pagado o heredado. Pero todos ellos obtenidos gracias al trabajo actual o pasado. ¿Es eso acaso delito? ¿Tienen que regalarlo? Solo si ellos lo desean, pero no por imposición. Ellos okupan nuestros derechos.

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