Opinión

Noches de película

NUNCA TUVE el placer de conocer a Agustín Fernández Paz, pero me caía bien desde la distancia. Empatizábamos, pero él no lo sabía. Ahora, estas Navidades, recuperé una costumbre que él también tenía (o eso me contó en una ocasión Jaureguizar): cada noche veía una película. Alcanzó el éxito con sus libros, pero era un cinéfilo empedernido.

Con su ejemplo en mente, estas Navidades me puse las pilas en compañía de mi sobrino Manuel, quien tras cenar me preguntaba: "¿Qué peli vemos esta noche?". Hubo de todo, desde Los crímenes de Grindelwald a La Sociedad Literaria y el pastel de piel de patata. Tras este estrambótico título se esconde una joya, un hallazgo que marca el camino.