NUNCA ME había visto en la tesitura de buscar un baño como si la vida me fuese en ello. Una búsqueda que solo puedo calificar de surrealista, gloriosa, y que no olvidaré jamás tras el cierre de bares y restaurantes en Barcelona. O sea el pasado viernes.
Una auténtica misión imposible que se prolongó durante dos kilómetros y que terminó con el hallazgo del ansiado ‘trono’ en la FNAC de Plaça Catalunya. En el subsuelo de la meca de la música, la literatura o los videojuegos, se encontraba un tesoro para los visitantes atrapados en una Barcelona que vive actualmente días aciagos. Allí nos aguardaba Madame Pipí, guardiana de los baños, y también del abono de los 80 céntimos de rigor. Una bagatela.