Opinión

Chanelazo de autoestima

POR UNA vez no fuimos cutres. Chanel parecía una Beyoncé o una Jennifer López —para quien fue escrita, precisamente, SloMo— destinada a relevar a Massiel y Salomé en la gloria eurovisiva. No fue posible.

Venció Ucrania, asolada por una guerra injusta y cruel —¿acaso hay alguna que no lo sea?—, que obtuvo una victoria moral frente a la musical, que le correspondería a Reino Unido y a España. Pero el voto popular habló.

Ahora, una vez visto el chanelazo, a todos se les llena la boca hablando de lo acertado de haber enviado a la cantante y bailarina breada en mil musicales en vez de a Tanxugueiras, las candidatas favoritas del público.

El éxito de Chanel es indiscutible y encomiable. No me sirve, no obstante, el argumento que valida y ensalza la decisión del jurado del Benidorm Fest —en contra del televoto—, como si solo ellos supiesen lo que gusta en Eurovisión. Acertaron, yes; pero por esa regla de tres llevan en TVE ¡27 años sin tener pajolera idea! Espero que Chanel no sea una excepción y por fin hallemos la senda del éxito y se acabe el casposismo de las últimas décadas.

Eso no quita que Chanel haya tenido que soportar ‘haters’ y faltas de respeto por su elección. Ahora todos se suben al carro, pero ella solita se ha redimido sin una palabra fuera de lugar. Chapeau.

No sé ustedes, pero yo cuando cayeron los tres primeros ‘doce’ entré en trance. Flipaba desde el salón de casa, aplaudiendo y riéndome de pura emoción. Nunca lo había vivido, pues solo guardo vagos recuerdos de cuando Betty Missiego quedó segunda en 1979 con ‘Su canción’.
Ya no me acuerdo de ver a Karina —segunda con ‘Un mundo nuevo’ en 1971— y Mocedades —otro tanto de lo mismo en 1973 con ‘Eres tú’—. Desde entonces, solo con Rosa de España y su ‘Europe’s living a celebration’ —que quedó séptima, ni tan mal— se había vivido una euforia similar a la vivida con Chanel. Que tomen nota.

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