Opinión

Marco

HAY HISTORIAS que nos dejan sobrecogidos. Lo que le ha sucedido a Marco es, sin duda, uno de esos sucesos que hace que la gente se estremezca al comprobar lo bajo que puede llegar a caer el ser humano. Es también, en todo caso, una de esas noticias que consigue que nos emocionemos ante el improbable desenlace feliz que al final llega a producirse. El nombre se lo han puesto las cuidadoras del hospital en el que permanece ingresado, a la espera de que los servicios sociales le busquen una familia de acogida. Es un bebé de poco más de una semana al que arrojaron en el interior de un contenedor subterráneo en el municipio madrileño de Mejorada del Campo, en Madrid. Fue su llanto el que le devolvió la vida que otros trataron de arrebatarle, de una forma mezquina y cruel. Como si fuese un desperdicio del que deshacerse con el resto de la basura. Un vecino lo escuchó llorar cuando paseaba a su perro y el pequeño volvió a nacer.

La historia del bebé rescatado de un contenedor en Madrid es de las que sobrecogen

No se sabe cuánto tiempo pudo pasar el niño dentro la mochila en la que lo metieron antes de arrojarlo al contenedor. Parece que no fue demasiado, porque de lo contrario no hubiese sobrevivido. El pequeño estaba enterrado entre bolsas de basura, rodeado de desechos, en un ambiente inmundo y con una temperatura que superaba los treinta grados. Hizo lo primero que aprende a hacer un bebé cuando sale del vientre de su madre. Lloró y lloró, como hacen los lactantes cuando quieren reclamar la atención de los adultos que tienen la obligación de protegerlo y cuidarlo. Sus quejidos, su forma de aferrarse a la vida, fueron los que en realidad cambiaron su suerte, el trazado de un camino que pudo haber terminado de forma abrupta nada más empezar. Alguien escuchó su lamento y la ayuda llegó justo a tiempo. Poca gente habrá que haya nacido dos veces en menos de quince días.

Resulta conmovedora la imagen que publicaron del pequeño algunos medios de comunicación. El bebé aparece durmiendo plácidamente en una cuna del hospital al que fue trasladado cuando lo sacaron del contenedor. Está tumbado de costado, con una manita encima de otra y un chupete con una anilla roja en la boca. Un niño normal, tierno y desvalido como cualquier otro cachorro de persona. Ajeno a todo lo que le ha pasado en su escaso recorrido vital. A los padres que todavía tenemos fresca en la memoria una imagen similar de nuestros propios hijos la visión de Marco nos lleva a preguntarnos quién puede hacer algo así. En qué estado de desesperación, enajenación mental o sumisión a la maldad tiene que encontrarse la persona o personas que son capaces de actuar de forma tan cruel. Uno no deja de cuestionarse qué pensarán, qué harán ahora al ver a salvo al pequeño. Sí sentirán remordimientos, alivio, pesar, temor ante lo que puede sucederles a ellos mismos o simple indiferencia.

Uno no deja de cuestionarse qué pensarán, qué harán ahora al ver a salvo al pequeño

Lo sucedido en Mejorada del Campo también me ha llevado a pensar en un suceso que tuvo lugar más o menos por estas fechas el pasado año. La detención de un matrimonio gallego en Colombia cuando trataba de sacar un bebé de solo cinco semanas del país. Sin aprobar lo que supuestamente hicieron, no es difícil sentir cierta empatía con la desesperación de esas personas. Son miles las familias que desean más que cualquier otra cosa la llegada de un niño pero, por un motivo o por otro, no pueden tener hijos. A veces, después de intentarlo durante años, de someterse a tratamientos médicos y de perder tiempo y dinero, renuncian hastiadas a algo que, quizás por inalcanzable, se convierte en el principal anhelo de sus vidas. En otros casos, se embarcan en farragosos trámites de adopción que no hacen más que prolongar una espera que puede resultar insoportable, obligados a gestionar sentimientos muy profundos para acompasarlos al trote borriquero de los trámites burocráticos.

Marco se merece que lo quieran. Se ha ganado la vida que tiene por delante. Ojalá se cruce en su camino una de esas familias. Gente que lo proteja y lo mime. Unos padres que sepan darle todo el amor que le negaron quienes lo abandonaron a su suerte entre la basura. El día en el que volvió a nacer.

Una oferta raquítica

Con cientos de niños que quedaron fuera de las guarderías públicas, la oferta de plazas concertadas en escuelas infantiles privadas que hizo la Consellería de Traballo e Benestar parece de chiste. Es raquítica y apenas contribuye a solventar el problema de fondo. A Lugo solo le tocan trece de un total de 500 aprobadas para toda Galicia. Solo un par de ellas para niños menores de un año. Volvemos a ser la provincia menos favorecida. Las escasas familias que resulten beneficiadas estarán contentas, pero el resto pensará que entre esto y nada la diferencia es más bien corta.

Comentarios