Opinión

Luces

Este año no hubo que lamentar retrasos en el encendido de la iluminación ornamental
Alumbrado navideño en Lugo. XESÚS PONTE
photo_camera Alumbrado navideño en Lugo. XESÚS PONTE

YA ESTAMOS EN EL MES de Navidad. Hay gente a la que no le gustan nada esas fechas. Son días propicios para la melancolía. Es cierto. Al reunirse las familias, se hace más presente y dolorosa la ausencia de los que ya no están. Las sillas vacías alrededor de la mesa son ocupadas por otras personas, pero hay huecos que no se pueden rellenar. Echamos en falta a los que se han marchado. Es imposible no hacerlo. Aún así, algunos seguimos disfrutando mucho de estas fiestas. Apreciamos el reencuentro con los nuestros. Valoramos como se merecen esos excesos etílicos y gastronómicos asumidos casi como penitencia y la posibilidad de compartir la vida con amigos y familiares, al menos con aquellos que seguimos vadeando la corriente en este valle de lágrimas.

Además, es un tiempo que se vive de forma diferente cuando hay niños en casa. No podemos competir con Abel Caballero y sus electroduendes, pero creo que este año hemos sido los primeros del rellano en montar el Belén, en el sentido literal de la expresión, y también el árbol.

Hace semanas que mi hija me preguntó cuándo íbamos a "despertar" al abeto de pega que durmió el último año en el trastero. Y sin pagar ni un duro de alquiler. Aún se acordaba del cuento que le contamos el pasado enero al ver como lo íbamos desarmando. Ella misma nos ayudó a embalar los adornos para guardarlos en uno de esos arcones de plástico que venden en los bazares orientales. Una solución habitacional para la fanfarria material de nuestro espíritu navideño.

Ayer nos acercamos a ver el encendido de la iluminación ornamental de la ciudad. Al menos en esta ocasión no tuvimos que esperar hasta mediados de mes. Las navidades pasadas, si no me falla la memoria, no se hizo la luz hasta el 14 de diciembre. Aún recuerdo el cabreo de los negocios asociados a Lugo Monumental y las duras críticas de la oposición contra el gobierno local por permitir que la capital lucense fuese la última de España en encender el alumbrado. Argumentaban que la oscuridad de las calles ensombrecía el ánimo de los lucenses y disolvía en sombras su predisposición a abrir la cartera en fechas tan proclives al dispendio.

En esta ocasión, a pesar de que estamos en un año plurielectoral y de que el bipartito empezó a andar hace solo unos meses, no hubo retrasos. Se hicieron las cosas en tiempo y forma. Además, la edila de cultura asegura que se han colocado más bombillas, más eficientes y con menos dinero. La cuadratura del círculo. No está demás que alguien mire por la peseta en estas fechas. Bien es cierto que en Vigo les ha dado por gastar y es imposible reservar habitación en un hotel olívico hasta que terminen las fiestas. Va a ser cierto eso de que para recoger hay que sembrar primero.

El comercio local ya ha sembrado. Está en marcha una campaña para premiar a aquellas personas que opten por las tiendas de toda la vida para hacer sus compras de Navidad. Corren tiempos difíciles para este sector. En los últimos meses han cerrado en pleno casco histórico numerosos establecimientos que hasta ahora ocupaban lugares privilegiados. El último este miércoles, una franquicia de ropa para niños que no ha podido resistir el tirón de los nuevos tiempos. Curiosamente, bajó la verja solo unos días después de llamado Viernes Negro, esa corriente llegada de los países anglosajones que, según José María Seijas, solo sirve para perjudicar a los comerciantes de toda la vida. No aumenta las ventas, no genera empleo duradero y obliga a los negocios locales a vender con descuentos antes de la campaña más importante del año.

El alumbrado ornamental ya ilumina el camino de los potenciales clientes. Al menos, en esta ocasión, la administración local no ha puesto palos en la rueda. Es lo mínimo, pero hasta para eso hacen falta luces.