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La decisión

Los grupos hacen cálculos para comprobar si es posible un gobierno alternativo en Lugo

HABRÁ QUE esperar todavía unos días para comprobar si es o no posible una moción de censura en el Ayuntamiento de Lugo. Dada la distribución de fuerzas en la corporación municipal no parece demasiado plausible que pueda salir adelante una iniciativa de ese tipo para desalojar a la alcaldesa. En todo caso, tampoco podemos descartar esa posibilidad, y menos cuando el gobierno local se sostiene con tan solo ocho concejales de veinticinco. Tendrían que pasar algunas cosas bastante raras, pero ya se sabe que la política hace extraños compañeros de cama y sobrados ejemplos tenemos de apareamientos contra natura en el ámbito local. No hace falta irse muy lejos ni remontarse demasiado en el tiempo para descubrir cópulas improbables que acabaron por fecundar. Sarria estuvo gobernada por tres ediles de una corporación de diecisiete, gracias a la espantada que protagonizó la cabeza de lista del BNG, que se arrimó a un independiente, y al apoyo del Partido Popular, que vio en esa alianza de mínimos una salida más beneficiosa para sus intereses que permitir otros cuatro años de mandato socialista. Al final, la jugada no les salió del todo mal a los populares. Después de esa cama redonda a tres bandas, el regidor acabó en sus filas y cosechó una mayoría absoluta para las siglas de la gaviota. Lo hizo, además, en un feudo siempre difícil de conquistar.

En el pleno de Lugo los partidos de izquierda suman mayoría. Lara Méndez llegó a la Alcaldía con el apoyo de los ocho ediles del PSdeG, los dos que tiene el BNG y los tres de Lugonovo. Previo pago por parte de los socialistas, todo hay que decirlo, de la cabeza política de López Orozco. Ni siquiera fue necesaria la participación de Esquerda Unida. Por lo tanto, es altamente improbable, por no decir prácticamente imposible, que el Partido Popular pueda llegar al gobierno, o que lo haga Ciudadanos, porque entre ambos grupos solo suman once votos de los trece que son necesarios. Lugonovitas y nacionalistas solo llegan a cinco, seis como mucho si se sube al barco Carlos Portomeñe (ACE). Aún así, habrá que esperar acontecimientos antes de descartar cualquier posibilidad. Aunque los populares reivindican su derecho a tomar la iniciativa, como fuerza más votada y grupo mayoritario en el pleno, puede haber movimientos inesperados en el tablero en aras de un supuesto bien mayor.

Rubén Arroxo se postuló como cabeza de cartel para una posible alternativa. Habrá que sentarse a negociar, pero a tenor de lo dicho por Olga Louzao y los representantes de Lugonovo, el portavoz del BNG podría contar con el apoyo de ambos grupos municipales para llegar a la Alcaldía de la ciudad. Aunque fueron los primeros en hablar de una moción de censura, es poco probable que Ciudadanos entre en un hipotético gobierno municipal, salvo que su líder sea propuesta para coger el bastón de mando. Algo inaceptable, por otra parte, para los partidos de izquierda. En todo caso, los naranjas podrían prestar sus dos votos para cargarse a Lara Méndez y dejar la pelota en el tejado de los populares. Seguro que se lo pensarán. Tendrían la posibilidad, llegado el caso, de poner fin a la hegemonía de los socialistas en el Ayuntamiento de Lugo, después de cuatro mandatos consecutivos de López Orozco y el quinto incluso de la regidora actual.

Los populares llevan mucho tiempo instalados en un lenguaje apocalíptico que presenta al gobierno local como a un grupo de incapaces que firma una "desastrosa" gestión al frente del Ayuntamiento de Lugo. Hablan a diario de la "absoluta parálisis" que vive la institución y culpan de esta situación a una "alcaldesa que no quería serlo". El tono de desaprobación se ha elevado, además, desde que la regidora local ha sido citada a declarar como investigada por malversación por la jueza Pilar de Lara. Sea cuál sea el fondo político de su decisión y los réditos que saque de la misma, argumentos para justificarse en el pleno no le han de faltar.

Habrá que estar atentos al movimiento de las fichas sobre el tablero. Llegará un momento, más temprano que tarde, en el que sabremos si unos y otros hablan por no estar callados, para buscar su minuto de gloria, o si realmente van en serio. A la situación actual se ha llegado, en parte, por la postura que han mantenido el BNG y Lugonovo desde el inicio del presente mandato. Apoyaron la investidura de Lara Méndez, pero no entraron en una coalición que daría estabilidad a la acción política. Adoptaron la postura más cómoda y la obligaron a gobernar en minoría. A ser rehén de un pleno extraordinariamente atomizado.

Puede que la alcaldesa no haya querido o no haya sabido acercarse a ambos grupos, pero nacionalistas y lugonovitas no están exentos, en ningún caso, de responsabilidad en lo sucedido durante los últimos años.

Si la alcaldesa saca adelante los presupuestos después de una jugada tan arriesgada, será un éxito para ella. Podrá mandar cómodamente hasta las próximas elecciones. A veces, para gobernar hay que dar un golpe en la mesa. También cruzar los dedos para que la hostia no rebote y acabe por romperte los morros.

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