Opinión

El plan B

ES POSIBLE que mi discernimiento esté algo alterado por el ambiente que se vive en la propia ciudad, a sólo una semana del inicio oficial de la fiesta del Arde Lucus. En todo caso, no puedo evitar pensar que la situación a la que se ha enfrentado en los últimos días quien fue alcalde de Lugo durante dieciséis años tiene algo de similitud con las palabras que pronunció Marco Décimo Meridio, el personaje que interpreta Russell Crowe, en la primera escena de la aclamada ‘Gladiator’. La película arranca con una espectacular batalla entre romanos y bárbaros en algún bosque de la antigua Germania. Cuando se ve claramente que las disciplinadas legiones empiezan a derrotar a los voluntariosos germanos, el segundo oficial en la escala de mando le suelta a su comandante una de las frases más recordadas del largometraje. «Hay que saber cuando se es conquistado”, dice Quinto. El protagonista, más sesudo, le responde con una pregunta, o mejor dicho, con dos cuestiones enlazadas. ¿Tú lo sabrías?, ¿y yo? Probablemente, y salvando las diferencias, ahí está la clave de lo que ha venido sucediendo en el Ayuntamiento desde las elecciones locales del pasado 24 de mayo.

Aunque los resultados obtenidos no pueden ser satisfactorios para alguien que llegó a gobernar con mayoría absoluta, catorce mil personas avalaron con su voto la candidatura que encabezaba López Orozco. Seguramente, las posibilidades se ven con mayor claridad desde fuera. No debe ser fácil, en cambio, haber tomado la decisión de dar un paso atrás. En política, los análisis siempre son relativos y el componente personal de los aspirantes pesa demasiado. Por qué renunciar a gobernar la ciudad cuando cuentas con un ejército más numeroso que la suma de tropas de todos tus posibles aliados. Cómo saber cuando ha llegado el momento de dar el relevo a otro individuo para mantener el mando del fuerte, especialmente si quien va a dirigir el cotarro es un compañero que va en tu misma lista electoral. ¿Tú lo sabrías?, ¿y yo?

Resulta difícil de creer que el PSdeG no tuviese prevista la posible marcha de Orozco

Realizada esta reflexión, resulta muy difícil de creer que un partido tan curtido como el PSdeG y un candidato con tanta mili a cuestas como el propio López Orozco no hubiesen previsto que, después de las elecciones del 24 de mayo, podría darse una situación como la que han provocado Lugonovo y el BNG con su veto al candidato socialista.

En campaña se dicen muchas cosas, pero siendo realistas, en la calle Salmón tenían que saber de antemano que su aspirante no iba a conquistar una mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Lugo. El ambiente preelectoral no estaba para eso. Por lo tanto, también serían conscientes de que, para formar gobierno, habría que conseguir el apoyo de Lugonovo, del BNG o de Alternativa Cidadá de Esquerdas (ACE), tres opciones que dejaron muy claro antes de los comicios, por activa y por pasiva, que no habría posibilidad de acuerdo con el alcalde en funciones.

El BNG rompió la coalición con los socialistas al conocerse su imputación en la operación Pokemon, Santiago Fernández Rocha insistió en su responsabilidad política por lo sucedido en el consistorio a causa de los supuestos chanchullos de Fernández Liñares y Portomeñe dijo que «nunca, nunca» pactaría con el «bipartidismo».

Orozco ha sido, sin duda, un auténtico animal político en sus años al frente del Ayuntamiento de Lugo. Ha gobernado con mayoría absoluta, con mayoría simple y en minoría, en coalición o en solitario. Ha sabido manejar los tiempos e incluso retorcer sus posibilidades para conseguir el apoyo de sus rivales políticos en momentos muy complicados. En algunas ocasiones, cuando parecía que estaba en un callejón sin salida, encontraba un conejillo en el fondo de su chistera. No hay que olvidar que llegó a someterse incluso a una cuestión de confianza, que pudo costarle el puesto, para sacar adelante unos presupuestos. Sin embargo, no le atribuyo ni a él ni al secretario general de los socialistas gallegos, José Ramón Gómez Besteiro, la bisoñez política de no habilitar un plan B por si acaso, en esta ocasión, no sonaba la flauta. Cuestión distinta fue el momento elegido para activarlo.

Fuera de la primera línea

Visiblemente emocionado y con la voz entrecortada, José López Orozco dijo adiós a dieciséis años como alcalde. Es indiscutible que hizo muchas cosas buenas. Como en toda gestión política, también hubo sombras, errores propios o ajenos que pagó en las urnas. En cualquier caso, después de todo ese tiempo, nadie puede negarle que ha sido un tipo trabajador, muy centrado políticamente en la Alcaldía y con una indudable «paixón por Lugo». Le honra haber dicho que, después de la vida municipal, no hay «ninguna otra primera línea política» en su «horizonte». Suerte para el camino.

Los socialistas creen que la dimisión «amosa a grandeza dun alcalde» al anteponer a sus intereses los de la ciudadanía

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