Opinión

El misterio de San Marcos

UN BUEN AMIGO tiene la teoría de que una novela negra no empieza bien si el fiambre no aparece en las primeras páginas. No puede pasar, según su implacable criterio, del capítulo uno. Desde su punto de vista, el cadáver tiene que mostrar su lívida presencia antes incluso de que sea presentado el afanoso sabueso que asumirá la encomienda de resolver el crimen. De ese modo, se sigue una estructura narrativa y argumental clásica, que pasa por un planteamiento o introducción, el nudo de la historia y el desenlace. No discrepo en este punto de su buen juicio, aunque podríamos salvar, sin duda, contadas y honrosas excepciones. El caso es que este género, que ha recobrado en los últimos años el vigor que había perdido, propone a los lectores la resolución de una incógnita que consiste en desvelar la identidad de un asesino. Guarda, en ese sentido, un cercano parentesco con los libros de misterio, obras en las que los protagonistas tratan de aclarar un enigma sin que, al menos necesariamente, haya un difunto de por medio.

En la Diputación de Lugo, desde que el PP se hizo con el gobierno, están pasando cosas raras. Eso sí, sin muerto que pueda inspirar una novela negra. Quizás tengan una explicación de lo más razonable y coherente, pero a simple vista bien podrían servir como argumento para uno de esos relatos de misterio, al estilo de los que escribía Wilkie Collins en el siglo XIX o de los enredos que desentrañaban Los Cinco, de Enid Blyton. Si se da por buena la versión de los populares, las paredes de San Marcos encierran una historia de intriga a la que, sin duda, no le faltarían condimentos para sazonar una entretenida narración.

En la Diputación de Lugo están pasando, desde que gobierna el PP, algunas cosas raras

El asunto comienza con la denuncia que hizo el PSdeG ante el Valedor do Pobo, en la que acusaba al gobierno de Elena Candia de incumplir la Ley de Transparencia. Los socialistas explicaron que ya no se podía consultar en la página web corporativa de la institución la declaración anual de bienes y actividades de los miembros de la Corporación, que había sido volcada por primera vez en el año 2011, durante la etapa del gobierno bipartito. Sin embargo, cuestionada por este asunto, la presidenta de la institución provincial se mostró ciertamente sorprendida. Aseguró que en ningún momento dio orden de retirar esos datos e incluso llegó a decir que «la publicación» de esa información se hizo «efectiva» tras la toma de posesión de la nueva corporación. De ese modo, dejaba caer que alguien podría haberla quitado a mala fe. Primer misterio.

La vida siguió su curso en el Pazo de San Marcos hasta que el grupo socialista formuló un recurso contencioso administrativo en el Juzgado por considerar que el nombramiento de los dos vicepresidentes de la Diputación no se había realizado correctamente. El diputado Álvaro Santos llegó a decir que los acuerdos del actual gobierno podrían ser declarados nulos. Una nueva sorpresa para Candia y los suyos. Este asunto, todavía sin dirimir, plantea al menos una cuestión previa. Si finalmente el PSdeG tiene razón en su planteamiento, habría que preguntarse si en la institución provincial no existen funcionarios encargados de velar por que el procedimiento administrativo, en este caso la constitución de un nuevo ejecutivo provincial, se haga con arreglo a lo establecido por la ley. También podría suceder que no les hubiesen consultado. Segundo misterio.

Si el PSdeG tiene razón en su planteamiento, habría que preguntarse si en la institución no existen funcionarios encargados de velar por que el procedimiento se haga con arreglo a lo establecido

Un nuevo sobresalto llegó para la presidenta con otra denuncia de los socialistas, más grave, sin lugar a dudas, que cualquiera de las dos anteriores. La acusaron de mantener una actividad como «comisionista» al tiempo que cobraba una dedicación exclusiva de la Diputación de Lugo, primero como portavoz del grupo provincial del PP y más tarde, por obra y gracia del voto particular de Manuel Martínez en el pleno de investidura, como presidenta de la institución. El asunto se presentaba feo y turbio, pero Candia se mostró particularmente tranquila cuando fue preguntada por esta cuestión minutos después de que el PSdeG hiciese público lo que calificó como un «escándalo con mayúsculas».

Explicó que, desde su toma de posesión como presidenta, ya no ejercía ninguna actividad privada, dado que había traspasado su negocio a una sociedad, en la que tenía una participación mínima y no figuraba como administradora, de acuerdo con la Ley de Altos Cargos. En cuanto a su etapa como portavoz del PP, aseguró que había informado de sus actividades al secretario de la institución, quien había emitido un informe en el que aclaraba que no se encontraban «incursas en el régimen de incompatibilidades». De hecho, Elena Candia se mostró dispuesta a facilitar a la prensa ese documento para acreditar la veracidad de su versión. Sin embargo, cuando fue a pedir los papeles, le comunicaron que no estaban en San Marcos. Tercer misterio.

La propia Elena Candia tuvo que desplazarse ese mismo día a Mondoñedo. En su casa halló una copia que había guardado. Si ese documento no llega a aparecer, las consecuencias para la presidenta de la Diputación podrían haber sido nefastas, al menos a ojos de la opinión pública. Entonces, todas estas intrigas sí podrían ser el argumento de una novela negra y no de un relato de misterio. Habría un cadáver político.

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