Opinión

A la caza de Sánchez

DIRÍASE, a la vista de la rara y sospechosa unanimidad en atizarle, que el que ha gobernado éstos últimos cuatro años de empobrecimiento y regresión es Pedro Sánchez. Y diríase también que uno vio un debate distinto del que vio esa parte de la opinión pública que se conoce como opinión publicada.

Respecto al primer diríase, pasma que pueda haber alguien tan despistado como para no enterarse de que los horrores de la legislatura los trajo Mariano Rajoy, desde la re-estafa de las Preferentes hasta la miserabilización de los servicios sociales, pasando por la españolización” de los niños catalanes, las tasas obstructoras del derecho a la Justicia o el «sé fuerte, Luis». Respecto al segundo diríase, el relativo al famoso debate, lo que uno vio es que un candidato particularmente ignorante y pagado de sí mismo, Iglesias, intentó robarle votos al socialista, Sánchez, por procedimientos dialécticos que podrían calificarse tranquilamente de bajunos. A los otros dos candidatos, Rivera y Rajoy, no los vio, pese a que el primero se encontraba, al parecer, allí, y no, como el segundo, en Doñana.

Tan asombroso como que los sondeos den ganador el 20D al partido que acumula más casos de corrupción y que ha acumulado más sufrimiento sobre tantos españoles, es que se haya estipulado como ganador del debate a un tipo que cree, y lo suelta tan pancho ante millones de personas, que Andalucía quería la independencia en 1977. Pero más asombroso, si cabe, se le antoja a uno que se confunda la cursilería, lo repipi, con lo emocional, cual parece que ha sucedido con la percepción de ese último minuto del líder de Podemos. Con semejantes ganadores por aclamación popular, no sé yo dónde vamos a ir a parar.

Mas, sea como fuere, lo cierto es que si se ha levantado la veda para cazar a Sánchez, no es sino porque el resto de contendientes le reconocen como el rival a batir. Es el único que se produce con alguna seriedad, bien que algo taciturna, y el único que puede disputarle, desde la izquierda socialdemócrata, el triunfo electoral a Rajoy, pese a lo mucho que el ígnaro profesor Iglesias hace para impedirlo.

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